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sábado, 28 de abril de 2012


Del otro lado del río

By Pseudomona

Las mansas aguas extienden sus brazos en la distancia, no se agitan ni su sufren y reposan al final del viaje en los hombros de un cielo también gris y un poco nostálgico.
La mañana apenas despierta se predispone animosa, porque aunque no hay sol que se lo recuerde igual debe prepararse y hay que darle marcha al comienzo del fin de semana.
Serpentea a éstas horas muy despacio la gran avenida, sólo se ve alguno que otro escarabajo que también tiene lomo dorado y un par de transeúntes que van de pies a cabeza abrigados.
De todos, es el puerto el que más se afana porque en la madrugada han llegado 2 buques con sus misteriosas cargas sobre las que giran diligentes poleas de cuellos muy largos, que se acercan cual si fueran jirafas, llevándose vistas desde lejos geométricas cajitas de colores; una naranja para allá, otra de color verde para acá y así seguirán hasta ponerle fin a la descarga.
Del otro lado, curiosa se levanta la Plaza Independencia, justo hoy no está tan adornada porque ha comenzado a perder sus gemas, igual ella como toda mujer, quiere ponerse más bonita pues sabe que en un sábado como éste vendrán a verla visitantes de muchos lados. Así se lo comenta a su vecino y amigo: el Teatro Solís que sí se ha preparado y luce un porte magnífico, como su hermano Colón cruzando el río.