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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Viajar es soñar

Señores pasajeros muy buenas noches, les habla Ratzenberger, el comandante. La tripulación y yo queremos agradecerles que hayan elegido volar con nosotros y como muestra de gratitud les vamos a ofrecer una sorpresa. Estamos volando un Boeing 880 por primera vez en un vuelo comercial. Les rogamos que se abrochen bien los cinturones de seguridad, que en unos minutos vamos a volar 10 millas más alto, procederemos a despejar todo el techo del avión y ustedes podrán disfrutar de un espectáculo nunca antes visto.

Dicho y hecho. El Comandante, que se nota le encanta Cold Play, pone a tocar A Sky Full Of Stars por los altavoces mientras que lentamente las láminas metálicas del techo se van haciendo a los costados y a través de la gruesa capa de vidrio templado el avión va avanzando más cerca de las estrellas que nunca y es ahí que volando pasan unos animales rarísimos pero mansos que como hechizados acompañan la trayectoria del avión, seguro que habremos llamado la atención con todas las luces destellantes de la cabina y los flashes de las cámaras fotográficas de los pasajeros. Hay de todo! Un león alado que tiene una melena larga como mi cabello antes de haber sido cortado, bigotes de batracio y garras de chocolate, una gran foca de color rosa que se mueve con la propulsión que le brinda su cola y pasa de prisa persiguiendo al arco iris que se ha hecho pelota, pero de todos, al lado nuestro bien pacífica vuela una gigantesca ballena, que calculo será del mismo tamaño del Boeing, pasamos tan cerca de ella que me puedo ver reflejada en uno de sus ojos, ella está tan sorprendida que no lo puede creer, que los abre y los cierra una y otra vez y no puede evitar lanzar miles de luciérnagas por sus espiráculos, éstas van volando lejos hasta hacerse estrellas…


-          Señorita, señorita! Me deja pasar por favor que quiero ir al baño?


martes, 4 de noviembre de 2014

Zona Sur

Quiere? Doctora? Me dice Sergio, acomodando la bombilla al alcanzarme el mate. Yo, que aunque no nací en la Argentina y al principio el mate no me terminaba de gustar, a estas alturas no puedo vivir sin él. Y lo agarro con mil manos, es mi adicción, el mate y mejor si es con biscochitos de grasa. Despacio, Doctora, despacio, mire que después se le mancha el ambo, dice mi compañero de ambulancia.

Avellaneda. Siete y media de la mañana, nuestra guardia está comenzando en un día soleado y ya desde temprano se hacen notar los efectos del clima de verano. Recién habíamos terminado de revisar el móvil, Sergio aparte de ser chofer, enfermero, hace las veces también de mecánico y revisa a la Ducato con el cuidado de un cirujano, porque no vaya a ser que nos deje mal parados cuando estemos cubriendo un código rojo. Después de todo somos una Unidad de Terapia Intensiva ambulante como dice él orgulloso mientras la limpia, dejándola blanca y reluciente. Yo, por mi parte también tengo una tarea pero un tanto aburrida, la de revisar cuánto de oxígeno queda en los tubos, si anda el laringoscopio, que el respirador funcione, comprobar que anda el electrocardiógrafo para lo cual le hago correr una larga tira, que al botiquín no falte nada…

Y ya estamos los dos acomodados, mate va mate viene, me voy poniendo el cinturón de seguridad, pues vamos primero a la estación de servicio a cargarnos de combustible y de ahí quien sabe, peinaremos las próximas veinticuatro horas, calle arriba y calle abajo las destartaladas arterias de la zona que ningún médico recibido en éste país se dignaría siquiera a mirar.

-          Los Abuelos, le parece doctora?
-          Dale. Uyyy cómo me gustan los Abuelos!

Y Miguel Abuelo nos canta…lunes por la madrugada…la la la la y ha olvidar que el día anterior asaltaron a la unidad de la misma empresa que había entrado en pleno día en el Dock Sud y que no sólo la habían vaciado sino que terminaron disparándole a nuestros colegas, que bien podíamos haber sido nosotros, si ha olvidar; sino no se puede trabajar, vivir, respirar…y los Abuelos tienen razón: ...más allá de toda pena, la vida es buena la la la


-     Doctora, no saque tanto el brazo por la ventana, que le está quedando todo negro, como el de un camionero…



lunes, 3 de noviembre de 2014

Continuación de A 03

La Avenida Callao es de una sola mano en dirección hacia Libertador y a esa hora del día estaba inundada de taxis. El temor de que alguien me estuviera siguiendo y de que de un momento a otro pudiera empujarme, golpearme o aún más dispararme hacía de mi bolsa de basura aún más pesada y que me preguntara cuánto de dolor sentirá un herido de bala…

La sola idea de morir sobre la acera y aparecer en las noticias de la noche como una víctima más de la inseguridad de Buenos Aires hizo que súbitamente gire sobre mis pasos y decida no ir hasta el semáforo de la esquina que sería el camino más coherente que yo debiera tomar, sino que camine en dirección contraria, dirigiéndome hacia Santa Fé y no sólo esto sino que aprovechando una pequeña pausa una fuerza omnipotente me empujó a abalanzarme por medio de la corriente de autos hasta conseguir llegar al otro lado de la Avenida mientras los automovilistas me tocan la bocina, no falta un par que hasta me insulta.

Del otro lado de la vereda entonces tomo un taxi. El lugar a donde me dirigía en verdad quedaba a menos de cinco minutos del Banco, tenía que ir a lo de Otero, pero era más seguro ir así. Cuando le digo la dirección al taxista, éste me mira indignado por tratarse de un trayecto corto, entonces le digo que no se preocupe, que siga conduciendo hasta el final de Avenida Libertador y después gire de nuevo por una calle paralela hasta la dirección indicada, que no había problema, que por favor me disculpe.

Me bajo en la puerta de la tienda de Antigüedades y Joyas, toco impaciente el timbre mirando para todos lados, aunque se muy bien que nadie podría haberme seguido, a menos que adivinara mis pensamientos. Una elegantísima señora me abre la puerta.

-          Buen día, vengo a ver al señor Otero.
-          Si que tal. Tiene cita?
-          Si, lo he llamado ayer por teléfono.
-          De parte de quien le digo…
-          De parte del encargado del edificio de las Heras…
-          Pase. Espere un rato, puede tomar asiento.
-          Bueno…

El lugar no tenía ninguna otra Joya o Antigüedad que no estuviera expuesta en la vidriera, estaba completamente vacío, sólo una pequeña mesa ratona y un par de sillas eran todo el mobiliario. 

-          Pase, doctora. Pase, pase.
-          Otero cierto?
-          Si, Roberto ya me ha hablado de Usted, pierda cuidado. Siéntese aquí.
-          Gracias, mire, como le dije por teléfono necesito con comprar euros urgente…
-          Hace bien, este país dentro de poco se va al carajo.
-         
-          Bueno, a los negocios. Como le dije el euro viene pegado al dólar y el dólar no está más al precio que le dije ayer, me acaban de llamar de Florida y ha subido un par de puntos…me dice alcanzándome en un papel una cifra muchísimo más alta de lo que me había anunciado.
-          Pero esto es demasiado! Yo…no sé si me conviene ahora…
-          Le conviene, seguro que le conviene, si no lo compra hoy, seguro volverá mañana y ahí si que le aseguro que estará caro…
-          No sé…es que yo tengo ese dinero ya destinado…digo los euros…
-          Mire doctora, con esto de los controles en la Aduana no están dejando entrar dólares, euros menos, nadie los trae, los únicos que quizás son los turistas…no tiene opción, no podrá comprar euros en ninguna otra parte.
-          No sé Otero…no sé…(mirando a la bolsa negra que ahora reposa sobre mis rodillas, ya me imagino salir de nuevo con ella a la calle...no...de nuevo....si,...a lo de Dios)... de acuerdo…
-          Muy buena decisión…espere que le aviso a los chicos para que vengan porque sólo yo no puedo con todo éste paquete me dice a tiempo que me extiende las manos…Ignacioooo, Fedeeeee, vengan aquí que hacemos negocioooo.

Dos hombres más jóvenes vestidos de traje y corbata entran de inmediato en la habitación trayendo algo que parecía una gran máquina de escribir que enseguida la colocan encima de la mesa, delante de Otero.

-          Cuánto trajo doctora?
-          Todo lo que le dije que iba a traer por teléfono.
-          Hmmm, mucho ha ahorrado Ud. doctora, eh, paga bien la prepaga, no?
-          …lo acabo de retirar del Banco...está bien contado…
-          Usted dirá lo que quiera, pero acá lo tenemos que volver a contar doctora y no es nada personal, sabe?
-          Pero si tiene la cinta de seguridad y todo, es la cantidad que le dije que iba a traer…
-          Lo tenemos que contar igual…dice hundiendo un cuchillo en el grueso nylon que contiene el dinero y los vá poniendo apilados en la misteriosa máquina de escribir, que no es otra cosa que un cuenta billetes automático. Pone el primer fajo y la máquina deja pasar algunos billetes y a la gran mayoría los retiene haciendo un estruendoso ruido pi pi pi pi
-          Pero que me ha traído doctora, son falsos, le han dado billetes falsos!
-          De ninguna manera, no puede ser ningún billete falso…mire, le digo tomando alguno de los marcados como tal por la máquina, tóquelo, no me a decir ahora que éste billete es falso, porque no lo es.
-          Señora, yo soy el que sabe de billetes y éste que me muestra es completamente falso! Mirándome con tal seguridad que hasta hubiera llegado a creerle.
-          Mire Otero, deje, me llevo los billetes falsos, no hay negocio, deje…y comienzo a volver a colocarlos en la bolsa de basura.
-          Pero no doctora, que yo la quiero ayudar, no todos son falsos como vio, le puedo dar los euros con los que dejó pasar la máquina…Fede, vos llevate los demás y hacele la doble comprobación en la otra máquina que tenemos atrás…
-          De ninguna manera, Usted no se lleva de aquí ningún billete, porque ninguno aquí es falso, los falsos son Ustedes. No lo puedo creer Otero! No le basta acaso con dizque venderme los euros al doble de lo que en realidad valen, sino también tiene que armar este circo. Déjeme pasar! Suélteme! Le digo mirándole directo en sus ojos de buitre. Y Otero ya me estaba clavando las uñas en mi brazo derecho.
-          Doctora Usted vino a hacer negocios y así no se hacen los negocios. No me haga perder mi tiempo…
-          Suélteme, Otero! Mire que si ahora no salgo le van a tocar el timbre, junto con el taxista que me trajo está mi hermano, qué cree que iba a venir sola…
-          Pero Roberto dijo que Usted no tiene familia aquí, que está sola…
-          Pero Usted cree que yo le voy contando a todo el mundo si tengo o no familia!? Suélteme!

La señora elegante, más certera que nunca irrumpe rápidamente en la habitación:

-          Pero soltala Humberto, qué te pasa! Te has vuelto loco?... Discúlpelo doctora, vaya, váyase…
-          Esto no se queda así, sabe Otero? Lo voy a denunciar con la policía…esto no se queda así…
-          Vaya, vaya! Denúncieme con la policía y la que va en cana será Usted! No sabe que está prohibido comprar y vender moneda extranjera? Doctora? Eh!

Salgo corriendo a la calle con la bolsa en brazos, me dan ganas de llorar, de gritar, de patear, me tomo el primer taxi que pasa y le dirijo una mirada asesina al pobre taxista que me observa paciente.

-          Adonde la llevo señora?
-         
-          Señora?
-          Al Buque Bus, en puerto Madero.

Y habrán sido las 5 de la tarde cuando llegamos a Montevideo, yo todavía tenía conmigo los ahorros de toda mi vida, intactos. A nadie se le ocurrió mirar lo que había en la bolsa de consorcio al momento que la hice pasar por los controles de la Aduana, porque los perros están entrenados para oler dólares, pero a los pesos, ni los sienten. Total, siempre escuché que el Uruguayo es honrado, no importa el viaje, seguro que aquí podré con certeza al fin comprar los euros.


domingo, 2 de noviembre de 2014

Cuestión de Salud Pública

Vuelo Frankfurt-Buenos Aires abordando por puerta C 16, repito a todos los pasajeros del vuelo…

Asiento en clase económica, 40 D al pasillo, me siento despacio acomodándome el cinturón de seguridad y me inclino un poco a la derecha, para disimuladamente echarle una ojeada a los otros tres viajeros que se encuentran en la misma línea de asientos de aquel Boeing 876, porque según la constitución física de ellos puedo inferir de antemano si comerán o beberán mucho durante el viaje, que en otras circunstancias me tiene sin cuidado, pero en un viaje tan largo significa la cantidad de veces que voy a tener que levantarme o no, para darles paso en dirección del baño. No, creo que hoy no tendré problemas, los pasajeros: dos mujeres de mediana edad y un varón de más o menos la mía, todos de apariencia física normal, me saludan con un ademán de la cabeza, ya debidamente ubicados, con cinturón puesto y sobre todo, en silencio, es más mi compañero inmediato está sosteniendo entre sus manos un libro…qué suerte que tuve.

Despegamos. Las luces se apagan dejando al avión en una relajante penumbra. Algunos viajeros respiran hondo, otros cuchichean despacito, paulatinamente van aflojándose los cinturones y de pronto hay un movimiento inusitado en la fila de al frente, que es sólo de dos personas y está ubicado al lado de la puerta de emergencia. Son una pareja, yo ya los había visto en la fila de abordaje, ambos de unos 60 y tantos años, vestidos como para ir a escalar el Everest. Ella, no obstante tener todo el pelo canoso y ralo, lo llevaba suelto como tratándose de una hermosa melena, él, resistiéndose a la notoria calvicie tenía atada en una larga cola la poca cantidad de pelo blanquecino que le quedaba. De tanto prestar atención puedo escuchar palabras sueltas en alemán que le dice la mujer a su marido: me manché toda…mirá…que vergüenza…y él tratando de consolarla, se para primero y después busca en los compartimentos donde se guardan los equipajes de mano, que por el nerviosismo seguro se ha olvidado donde ha guardado el suyo y va abriendo simultáneamente todas las cajas ubicadas por encima de los asientos…

La mujer pasa con dirección al baño, ubicado más o menos en las fila 42, entretanto el marido que ha agarrado una especie de toalla, se ha dedicado a limpiar con ella exhaustivamente el misterioso problema de la señora. Nunca vi a nadie que pusiera tanto ahínco para la limpieza y supongo que al no conseguirlo, decide sacar los asientos y cambiarlos, algo que yo desconocía que se pudiera hacer, pero se hace. Entonces el asiento problemático lo pone al pasillo, agarra unas bolsas de plástico, de ésas que te ponen en los aviones para quienes tienen ganas de vomitar y los acomoda a modo de forro impermeable y después se sienta. A todo esto ha vuelto la mujer que ha cambiado su pantalón de escalar por unos jeans y se sienta de nuevo al lado de la ventana, mientras el marido la cubre con un manta y le va acariciando el pelo diciéndole algo suave. Qué muestra más grande de amor, con los años que deben llevar casados.

Una hora más tarde, me despierto cuando alguien sin querer me toca el brazo, es la señora que pasa rápidamente, de nuevo en dirección al baño.

Entonces esa forma de pensar que a veces tengo de darle explicación a todo lo que está pasando se las toma conmigo. Busco un motivo que naturalmente no me obligue a tener que contarle esto a la azafata: le bajó el periodo, pero a los 60 y tantos años resulta un poco complicado…tiene incontinencia urinaria, si, es eso…pero por qué se angustia tanto? Normalmente la gente con ese problema ya lo sabe y además porta un pañal en un largo viaje…no, debe ser otra cosa…sí, debe ser una diarrea del viajero, es eso, diablos, pero está usando el único baño de éste lado del avión…debo decirle a la azafata o no…Pero en ese momento como una ráfaga de viento que me hela la espalda escucho…Fieber...fiebre, la mujer tiene ahora fiebre…y entonces me acordé de la conversación que había escuchado horas antes mientras hacíamos la fila: Sierra Leona, dijo él, lo bien que habían hecho suspendiendo sus vacaciones en Sierra Leona…Sierra Leona, diarrea, fiebre, malestar…la señora tiene Ébola. Azafata! Azafata! Por favor venga, le tengo que decir algo urgente. Urgente!

No sólo nos hicieron aterrizar de emergencia en el Aeropuerto francés más cercano, sino que nos pusieron a todos los 525 pasajeros, incluidos a los de primera clase: en Cuarentena. Yo perdí mis vacaciones en Buenos Aires y seguro que la otra gente también sufrió los desastres de mi no acertada sospecha, porque al final lo que tuvo la señora era un Colon Irritable por los nervios de viajar por primera vez a Sudamérica.



sábado, 1 de noviembre de 2014

El negocio

A las cinco y media de la tarde de un sofocante día de primavera, donde el sol arrasa contra todo quien este debajo de él, la esquina de Santa Fé y Callao está más viva que nunca. A pesar de que aún la gente que trabaja en oficina no ha terminado su jornada laboral, miles de transeúntes se desplazan en todas direcciones, en medio de esa masa no uniforme estoy yo, que intento avanzar despacio y disfrutar de mis vacaciones, lo cual no consigo, pues por naturaleza propia, el porteño es muy resuelto y camina sin dar tregua.

Una voz ronca de tanto gritar se levanta por encima del tumulto que hace la muchedumbre: la mesaaaaa…la mesaaaaa…señores…compren la mesa…señora, señor, la mesaaaa…

No puedo evitar mirar para el lado de donde viene la voz, que está a un par de metros de mí, y descubro a un hombre de al menos 30 años, vestido con remera gastada que cuando nueva habrá sido blanca, jeans, bandolera que le cruza el pecho y en sus dos brazos sostiene algo que al principio parecen unas tablas de madera, pero que si uno se queda observando tres segundos se convierten en una graciosa mesa que puede doblarse y desdoblarse. Qué ingenioso! Pienso yo y sigo mi camino. Antes de cruzar la Avenida el semáforo en rojo detiene mi marcha y no dejo de escuchar la mesaaaaa…la mesaaaaa…la me…y la voz a momentos se le corta, debió ser eso o quién sabe qué cosa que removió en mi memoria el sonido de mi propia voz, de cuando yo tenía unos 8 años: pasteles…pasteeeeles…compren los pasteeeeles, paste…y un repentino pinchazo inimaginable en mi pecho cuando evoqué la voz de mi hermanito, exactamente once meses menor, con el mismo estribillo.

La luz del semáforo se volvió verde y la gente se adelantó empujándome un poco, pero yo no me podía mover, quise continuar como si nada, pero no pude…tuve que volver.

-          Señor, cuanto cuesta la mesa?
-          Mire señora, es una mesa artesanal, hecha a mano, perfectamente lijada y barnizada, sólo debe desdoblarla y enseguida Usted tendrá una hermosa y práctica mesa, me dice el hombre con un intenso brillo en sus ojos a tiempo que me alcanza la tabla doblada para que yo misma pudiera hacer el ejercicio de volver a armarla.
-          Si, es linda la mesa, le digo, cuánto cuesta?
-          Tiene redonda y cuadrada, me responde. A mí, que conozco el truco de no decir de entrada el precio. Que a menudo usan los vendedores callejeros, para no espantar enseguida a sus clientes.
-          Le va a durar señora, es una buena inversión, está hecha de buena madera, dice golpeándola con sus nudillos.
-          Ya veo y el precio?
-          La redonda sale…130 nomás y si quiere la cuadrada, le puedo dar a 120 pesos…señora…

Yo las miro a las dos y algo que es muy mío, la indecisión de no saber si redonda o cuadrada me hace mirarlas de nuevo por un medio segundo.

-          Mire señora, le puedo dar la que quiera a 100 pesos y listo, llévasela, hoy no he vendido nada y necesito llevarle algo a la negra…
-          No, está bien, me llevo la redonda por los 130 y voy buscando en mi bolso el monto acordado.
-          En serio! Se lleva la mesa, no se va a arrepentir, tome, tome…
-          Gracias, ahí tiene los pesos.

Y nos estrechamos la mano como si acabáramos de hacer un negocio millonario.

-     Mucha suerte y que venda todas las mesas…
-     Gracias señora, que sea una venta con suerte…

Cuando me dispongo a retirarme tabla en mano, un policía correctamente uniformado se acerca rápidamente a nosotros.

-          Vos venís conmigo, le dice al hombre tomándole del brazo, no te dije esta mañana que acá está prohibida la venta callejera?
-          Pero, déjelo, si no está haciendo nada malo, trato de defenderlo.
-          Usted no se meta señora, que también está cometiendo un delito.
-          Un delito! Qué delito?
-          No sabe que en el artículo número tantos del código de ley tantos está prohibido comprar o vender sin factura? O acaso me quiere decir que éste le dio una factura, agarrándolo bien del brazo, mientras el vendedor se queja despacio pero resignado: por favor jefe, suélteme, ya me voy a casa, le juro que no molesto más, por favor maestro, ruega.
-          Por favor señor policía, déjelo ir, yo le aseguro que aquí no hay mala intención, por favor le pido, no lo lleve…
-          Lo dice Usted, pero todos los días es lo mismo, lo voy corriendo de esquina en esquina a lo largo de toda la Avenida…
-          Trate de entender, es mi culpa…yo de verdad necesitaba comprar la mesa… por favor, déjelo ir…
-          Móvil 114, móvil 114 responda! Hay un 403 en Santa Fé y Riobamba, repito 403 en Santa Fé y Riobamba…cambio.
-          Aquí móvil 114 voy de inmediato, cambio…dice el uniformado mirándonos aliviado de no poder hacer cumplir una absurda ley en éstos tiempos tan duros. Y se larga a correr calle arriba agarrándose la gorra azul con la mano izquierda mientras que en la derecha continúa hablando por su radio, sin acordarse más de los dos pequeños infractores que quedamos en libertad y nos mezclamos presurosamente entre la gente que acaba de salir de las oficinas.


viernes, 31 de octubre de 2014

Reserva

El recuerdo de mi restaurante favorito que queda en Avenida Libertador, en el mismo edificio del museo, que tiene todos esos detalles que lo hacen único; que todo junto no lo encontré en ningún otro lugar: exquisitos platos que vienen directamente de la cocina francesa, pero que saben tan bien que no se pueden igualar a uno degustado en la misma París, yo creo que debe ser por la calidad de los ingredientes que nos da el suelo argentino, una excelente carta de vinos, un salón grande que da a un hermosísimo jardín y como postre, después de cenar, pasar al salón de al lado y saborear una película antigua en blanco y negro, quizá muda, pero con un acompañamiento en vivo a cargo de una orquesta filarmónica me viene a la mente cuando pienso en una cena ideal. Pero éste ahora ya no existe, sólo en mi cabeza, pero está todavía el otro… que aún sobrevive a la crisis.

-          Hola, buen día, Guillermo Díaz le atiende, Restaurant?
-          Buen día, llamo por una reserva para hoy en la noche…
-          Para hoy…reserva…si, dígame para cuantas personas y a qué hora?
-          Para cuatro, a las 21 horas.
-          Ok, para cuatro personas, por favor dígame su número de teléfono y nombre completo.
-          Si, tome nota…
-          Agendado señora, entonces esta noche la esperamos…le recuerdo que solamente se puede pagar en efectivo, no se aceptan tarjetas de ninguna clase.
-          No hay problema, le podría pedir que la mesa no esté muy cerca del piano?
-          Piano? Ehh…disculpe, pero usted hace cuanto que no viene al restaurant?
-          No sé..., por qué?
-          Porque el piano no está más, bueno, si está, lo que pasa es que ya no hay función durante la cena…
-          Ahhh, bueno, entonces da lo mismo si me pone al lado del piano…
-          Pero… hay un problema… las mesas ya no son las mismas mesas, sabe?
-          Cómo que no son las mismas mesas?!
-          Si, esteee, ésas mesas grandes, las de mantel blanco no están más…
-          Ohhh, entiendo, pero el Chef sigue siendo el mismo, no?
-          No, hace unos meses que tenemos otro Chef…Monsieur Duprey se volvió a Francia.
-          Pero yo me acabo de fijar en el menú que tienen en la pagina Web y…
-          Ese menú está desactualizado señora…
-          Cómo que desactualizado?
-          Si, mire ahora trabajamos en otro concepto… un poco mas “informal”… digo, sí… por eso la carta ahora es otra…
-          Bueno, algún plato de los que tenían antes habrá quedado, no?
-          No sé señora, mire, si quiere le comento cuales son los platos que ahora tenemos… Club Sándwich tenemos, Rabas, Empanadas y Hamburguesas Gourmet…
-          Espere, me está diciendo que ahora tienen comida rápida?
-          Bueno, si usted así lo quiere ver…
-          Y ya no está el Cuisse de conejo confitado, puré de zanahorias noisette y
aioli de mostaza Antigua?
-          No señora, no están más el Chef, el Pianista, las mesas, la carta de vinos, los platos… en sí, el restaurant, así como lo recuerda, no está más…



jueves, 30 de octubre de 2014

Silencio

„Die Unterrichte mit dir waren super, du bist eine gute Schülerin. Geniesse deinen Deutschkurs und lerne viel. Wenn du zurück kommst, wirst du diese Sätze schon verstehen können. Viel Erfolg und Glück!“ Dice una pequeña tarjeta que encontré esta mañana,  escrita con puño y letra de mi profesora, la que recibí unos días antes de partir y de la cual solo entendía en aquel entonces la palabra Deutschkurs: clases de alemán.

El español como cualquier otra lengua es un territorio en un mapa imaginario. Dentro de esas márgenes se puede saludar, interrumpir, preguntar, enojarse, defenderse…en fin, se puede in-ter-ac-tuar, porque cuando de un idioma solo se saben palabras sueltas: hola, por favor, disculpe, ayuda… y además se pronuncian esas “dizque palabras”, que son híbridos entre el idioma materno y el que se intenta comunicar, el acento que puede resultar del ejercicio, hace de cualquier interlocutor un desorientado, que puede reaccionar de dos maneras: responder de inmediato en inglés o simplemente quedarse en un silencio incómodo, sin saber que decir…

Volver al lenguaje rudimentario de las señas y hacer excesivo uso de la sonrisa pueden alivianar la experiencia de sentirse más solitario que nunca. En la panadería señalar con un dedo cuál es el pan que quieres comprar pues a pesar de que los nombres están escritos con letra grande: SONNENBLUMENKERNBROT, simplemente no lo puedes pronunciar y al pagar fijarse siempre el número que marca la maquina registradora para ahorrarse algún severo malentendido, la suerte de tener a los números que se escriben y significan lo mismo.


Extrañar un buen tiempo el sonido de tu propia voz hablando español. Y que no me vengan a decir que la voz es voz y siempre suena igual hables lo que hables…aunque se podría escribir un ensayo de lo que significa el destierro al cual esta confinado aquel que no puede dominar un idioma, hecho que hace doblemente dolorosa la distancia, hoy solo quería decir que mi profesora tenía razón cuando escribió: “Cuando vuelvas va a poder entender el significado”


miércoles, 29 de octubre de 2014

Pase de Guardia


-          Cuanto de LDH tiene la paciente? Y la PCR?
-          Seguro que le pediste no, Nacho?
-          (…)
-          Dale Nacho, no sabes ni siquiera para que se pueden pedir esos parámetros…
-          Si… y no le pedí, es que…eran las 3 de la mañana y la paciente tenia una clínica inconfundible de neumonía y yo pensé que de todas maneras iba a recibir los antibióticos…
-          Pero, porque piensas Nacho, vos no tenés que pensar sino simplemente hacer lo que esta escrito en los protocolos, para eso nos partimos el culo escribiéndolos. Y vos simplemente no ordenaste la LDH y PCR porque pensaste Nacho.
-          Pero se te ha repetido tantas veces lo mismo, porque no aprendes? Eh?
-     …la clínica también es importante…y al final seguro los dos parámetros iban a ser altos…
-          Iban a ser, vos lo dijiste, ahora nunca lo sabremos, porque al señor pensó!
-          …la paciente llegó con desaturación, fiebre y se la veía muy taquipneica…se le tomaron los hemocultivos y se le administró Piperacilin/ Tazobactam endovenoso, luego de la VNI se mantuvo estable…hoy satura 97% con una cánula de dos litros de oxígeno, tuvo solo un registro febril a las 7 de la mañana…
-          Y como la interpretaste Nacho?
-          Con el antecedente del Cáncer de Pulmón derecho que le comprime el bronquio, para mi es una Sepsis a foco respiratorio secundario a una neumonía post obstructiva…
-          Sepsis te parece!
-          Si, el interrogatorio fue claro, tuvo fiebre de 40 grados en la casa y en la guardia, tenia rales crepitantes en la base del pulmón derecho, los glóbulos blancos son 21000 con neutrofilia… la radiografía muestra infiltrado en la base del pulmón derecho…que se confunde un poco con el Tumor ya conocido…ahí pueden ver la radiografía…
-          Claro, ahora vos sos un genio, no? Como puedes sabes donde comienza el Tumor o donde termina…no sabes eso Nacho…para saberlo tenias que haberle pedido una Tomografía…pero claro seguro también pensaste…
-          Pero…a mi me parece claro…aquí al lado esta la radiografía de hace una semana antes de la quimioterapia y esta imagen que se ve aquí no estaba…
-          Terminala Nacho, para todo tienes una respuesta…estoy harto…pero en la recorrida de sala, vos te haces cargo ante el jefe de sala, carajo!
-          Tus guardias son la peores, no solo no sigues lo protocolos sino que se te ocurre siempre innovar…y claro ahora seguro que me vas a decir que en el último articulo que leíste de sobreviviendo a la sepsis decía esto y lo otro…
-          Lo que te falta entender Nacho es lo que te dice Verónica, vos sos Residente de primer año, R 1, o sea no sos nadie, entendés, vos no estas aquí para pensar, para leer artículos, para esos estamos nosotros, vos solo tenés que hacer lo que se te dice y listo…te podés ir temprano a tu casa y no como hoy por ejemplo que después del pase de la tarde, por todo esto que pasó, te quedarás como refuerzo de la guardia…y a la próxima neumonía le pedirás LDH y PCR sin excepción.
-          Pero…estoy post guardia…no he dormido nada anoche…
-          Por eso se le llama guardia, no dormís…
-          Es que…
-          Nada, ya esta dicho, te quedas. Es eso o lo hablas directamente con el Jefe de Cátedra…a ver si lo convences de lo contrario…
-          Dale Nacho, en el primer año no se duerme ni se come…a menos que se te ocurra renunciar como a la fulanita…pero acordate que si te vas, habrás perdido un año y deberás volver a comenzar y a tus 34 años me parece un poco complicado…ahora puedes pensarlo…y eso va también para ustedes, los de primer año…Vamos, a mover los traseros! Y a las 9 de la mañana los quiero ver a todos y a cada uno en la puerta de la Sala 1, hoy comenzaremos el recorrido por ahí…





martes, 28 de octubre de 2014

Octubre

El pequeño letrero colgado en la otra cara de la puerta de vidrio dice: Empuje, por eso pongo mi mano izquierda en su verde marco y la empujo primero suavito y después con mas fuerza sin conseguir que se mueva un milímetro, en eso reparo que efectivamente la única claridad que hay dentro del local es la que proviene del nuevo día que recién comienza en la esquina de Las Heras y Pueyrredón, si, el local esta cerrado a pesar que el reloj en la esquina de enfrente dice que ya son las 7:35 de la mañana. Me quedo pensando que hacer, si volver a casa o esperar bajo la mirada curiosa del portero del edificio de al lado que ha dejado de lado su tarea de pasarle el trapo a los botones dorados del llamador y me inspecciona de arriba para abajo.

Y es que habitualmente cuando no debo ir a trabajar es cuando suelo despertarme mas temprano y hoy debe ser eso, el cambio de horario o quizás solo las ganas de tomar un café, sea esto o lo otro será mejor seguir caminando sobre avenida las Heras y cerca al Hospital Rivadavia encontrar otro local de la misma cadena. Ponerse a caminar es una gran idea en esta mañana de Primavera cuando la ciudad ya esta comenzado una ajetreada jornada de trabajo y apenas hacen 21 grados.

Paso dos veces por la esquina de Tagle solo para comprobar que no me he equivocado de dirección, lo que pasa es que no encuentro ninguno otro local de café, al menos no ese el que estoy buscando. Pero por si acaso le pregunto a una señora justo en ese momento pasa por mi lado mientras va paseado a un gracioso caniche blanco. 

-          Disculpe, sabe que ha pasado con el café que había aquí en la esquina?
-          Ah nena, el Martínez decís, que se yo…hace como medio año que esta cerrado, con esos precios también, que esperas…vení para acá Princesa…

Bueno, de vuelta encuentro que en la Biblioteca Nacional han colgado una gran fotografía de Cortazar que me mira serio desde el humo de su cigarrillo, como diciendo, anda a leer Rayuela, porque el sabe que aunque es mi escritor favorito por encima de todos, lo mío no son las novelas.

Me siento en la mesa de siempre, en el café desierto, otrora completamente repleto. Apenas me mira, la mesera me hace un ademán con la mano como si yo no me hubiera ido ni un solo día y se acerca rápida trayéndome el diario.

-          Hola, buen día.
Y me pregunta si voy a querer las tres media lunas de manteca y el café con leche en tazón de campo.
-          Si, por favor.
-          Lo de siempre entonces.

Si, lo de siempre. Hoy el diario habla de cómo un grupo de hombres “pincha ruedas” fueron atrapados cinematográficamente por la policía mientras intentaban asaltar en plena autopista Illia a un millonario de quien no trascendió el nombre, de cómo la inflación ha alcanzado cifras impensables y muchas otras noticias habituales…

Le tuve que pedir a la mesera tres medias lunas más, porque ahora los porteños hacen dieta y aquellas se han vuelto al menos un 30 por ciento más pequeñas. Y bueno, algunas cosas han cambiado un poco.




martes, 22 de abril de 2014

A 03


El Banco de letras color naranja y azul ubicado en la Avenida Callao ése día estaba repleto, no sólo había gente haciendo cola en las ventanillas, sentada en todos los asientos disponibles, sino que también algunos clientes esperaban casi en la vereda, señal de la desesperación que invadía a los pequeños ahorristas como yo. Y seguramente no sólo aquellos sino también los otros, acostumbrados a hacerse por la fuerza de lo ajeno tendrían mucho trabajo aquel día, hecho que se había vuelto moneda corriente en nuestra cada vez más criolla Buenos Aires. Será por eso que desde ya casi un año el Banco Central ha reglamentado la prohibición del uso de teléfonos celulares y la colocación de una especie de mamparas en todas las entidades que se dedican a la transacción bancaria, con el objetivo de impedir que los asaltantes pudieran ver quien retira una cantidad considerable de dinero y así protegerlo de ser asaltado violentamente en la calle. No sé si por esto o por todo lo demás tengo un presentimiento que hace sentirme intranquila, pero como mi madre siempre dice, al mal paso darle prisa.

Me acerco decidida a la máquina expendedora de números de espera, la cual me pide de inmediato mi tarjeta y apenas he retirado el número A 03, oigo un doble sonido agudo que me hace mirar a la pantalla: Caja B: A 03 ¡Bienvenido cliente Infinity! El guardia de seguridad se me acerca al ver mi nerviosidad, seguro porque piensa que también pudiera ser una ladrona, primero verifica mi número y después se ofrece a acompañarme hasta la ventanilla. Yo siento cómo el forro de mi delgado vestido se va pegando lentamente a mis piernas mientras pesa sobre mí la mirada de fastidio del mar de gente que colma la sala.

La empleada de la ventanilla me saluda intentado mostrarse relajada, a pesar de que los pómulos de su cara rubicunda dicen todo lo contrario y aunque es un momento poco común, pienso que yo no sería buena trabajando en una caja, no podría hacer el mismo trabajo rutinario todos los días y además ni siquiera soy buena en matemáticas, no.

-          Sí, señora. ¿Que podemos hacer por Usted?
-          Yo, bueno…quiero retirar dinero…
-          Bien, le pido por favor su DNI y tarjeta de débito.
-          Sí aquí los tiene y los deslizo por debajo de la rendija que tiene la ventanilla de vidrio templado.
-          Ok ¿Cuánto quiere? Replica mientras termina de verificar mis documentos.

Yo ahora tengo miedo, no sólo de que me vean, de que “me marquen” sino también de que me escuchen. Por eso tomo de mi cartera una lapicera azul y escribo en el mismo papel del número de espera el monto que necesito retirar y se lo entrego. Ella abre enormemente los ojos y me dice:

-          ¿Ha reservado ese dinero para llevárselo ahora?
-          No…pero…
-          No puedo hacer esta transacción, no sé si lo podemos realizar hoy. Por norma del Banco, las transacciones grandes deben solicitarse con antelación. 

La sola idea de volver al día siguiente me aterra, no sólo porque con cada minuto que pasa mis ahorros van paulatinamente devaluándose, sino también porque no sé si al día siguiente seguiría teniendo las fuerzas para volver.

-          Por favor, ¿No puede hacer una excepción? Por favor, preciso retirar con urgencia ese dinero…
-          Mire, yo no puedo hacerlo. Le avisaré al gerente y el la atenderá. ¿De acuerdo?
-          De acuerdo.

Enseguida llama al guardia de seguridad que me conduce de vuelta por medio de la sala repleta de gente hacia una habitación vacía que da al otro lado de las ventanillas. Seguro que a estas alturas ya habré llamado suficientemente la atención. Mirá, me digo, si no puede ser hoy, no será. ¿Si? Las normas son las normas…curiosa idea, después de todo lo que pienso hacer hoy que precisamente está fuera de las reglas…podría sencillamente ir a la cárcel por haber violado el artículo número tantos del Banco Central que prohíbe la compra venta de moneda extranjera, simplemente sancionada por querer poseer la libertad de disponer como uno quiera de su propio dinero, fruto de un trabajo honrado.

Habrán pasado unos cinco minutos y un hombre de unos cuarenta y tantos años, vestido impecablemente con un traje gris entra rápidamente en la habitación, donde no hay nada más que una computadora, una pila de papeles y yo. Me saluda, no puede evitar tomar uno de sus relucientes gemelos y me dice tratando de mostrarse amable:

-          Señora, estoy al tanto de la situación, no hay problema, Usted podrá llevarse hoy el dinero, pero lamentablemente no tenemos billetes de a 100, sólo de 50, lo digo por razones de seguridad. No habrá venido sola, ¿verdad?
-          Sí, pero pierda cuidado con eso. Todavía estamos en Recoleta, le digo intentando hacerle una broma, algo para lo cual realmente no tengo habilidad alguna, por eso el habrá pensado que soy una completa chiflada.

Por suerte para mí en seguida otro de los empleados entra en la habitación, viene cargando dos bultos que contienen los billetes perfectamente alineados y sellados al vacío cual si fueran salchichas.

-          Le dejaré unos minutos a solas, me dice el hombre del traje gris, tómese el tiempo que quiera para verificar el dinero…
-          Yo rápidamente hago la cuenta mental de cada pedazo de papel y sólo de pensar lo que sería para mí recontarlo…no será necesario, respondo…me lo llevaré así, tal cual.
-          Mire que si después tiene algún reclamo, no lo podremos aceptar.
-          Descuide, no creo que tenga problema.
-          Ok, entonces hágame el favor de firmar aquí y aquí por favor, mientras me extiende unos documentos, lo cual hago de inmediato y ya el sudor ahora también se las ha tomado con mis manos, sólo cuando me alarga la copia del recibo me doy cuenta que en mi cartera naturalmente no iba a caber semejante cantidad de papel devaluado…y comienzo a mirar al alrededor, a tiempo que el Gerente se pasa la mano derecha por la nuca…pues en la habitación aparte de la computadora y los papeles de escritorio no hay nada más que un tarro de basura. Enseguida me acerco al tarro y le pregunto:
-          ¿Puedo?
-          El Gerente dudoso asiente…

El tarro estaba vacío, forrado con una bolsa negra de basura, en sólo unos segundos quito la bolsa negra, me saco el suéter y envuelvo el dinero para quitarle los ángulos que pudieran hacer del paquete sospechoso, lo meto entonces en la bolsa y ya estoy lista. El Gerente me acompaña de nuevo a la sala y después de despedirse deseándome buena suerte se dirige hacia el guardia de seguridad y parece indicarle algo por lo bajito, yo me imagino que le habrá dicho que no me pierda de vista, mientras estuviera en las instalaciones, no sería la primera vez que un cliente fuera asaltado en pleno edificio y en ese caso el dinero debería ser devuelto por el mismo Banco. Seguro que le habló por eso.

Mientras me dirijo a la salida me doy cuenta que ha venido aún más gente, hecho que me obliga a pedir permiso para pasar en medio de la masa impaciente. Apenas pongo un pie fuera de la puerta principal aseguro mi pequeña cartera y aprieto con fuerza la resbalosa bolsa de basura en mi mano derecha, mientras el sol de Recoleta brilla allá arriba en lo alto.

Continuará…



martes, 18 de marzo de 2014

Otero


Voy caminando e imagino el papelito bien doblado en el bolsillo más pequeño de mi cartera. Ya hace 2 semanas que Don Roberto, el portero de mi edificio se me acercó sigiloso mirando para diestra y siniestra mientras que con el mayor cuidado del mundo me alcanzó una caja de cigarrillos vacía con un pequeño mensajito.

- Nena, mirá, acá está la dirección, deciles que vas de parte de mi mamá, ella y Otero son grandes amigos, me dijo sonriente y alejose rápido tirando del cordel de “la Chicha” le dulce perrita que le hacía compañía.

Desde aquel día, que sería más o menos la primera semana de diciembre, he seguido atenta las noticias y aunque nadie se lo esperaba, al menos no tan rápido, el “dólar Blue” cotiza cada día más en el mercado negro, cada día alcanza unos puntitos más para arriba, y yo haciendo el ejercicio de calcular cuántos dólares estoy perdiendo de no cambiar de una vez por todas el valor de todos mis ahorros, pero les puedo asegurar que se necesita una gran dosis de valor para decidirse marchar y dejarlo todo.

Hoy, que ya la navidad está tan cerca, también el “mercado Blue” festeja, y de un día al otro la cotización a pegado un tirón que me hace pedir un “motivo personal” inesperado en el trabajo, porque la situación de pronto se ha agravado y no me queda más remedio que continuar como en los últimos días lo venía dubitando.

Busco en mi cartera el papelito, que de tanto manosearlo ya lo tengo todo arrugado, aunque aún puedo leer muy claro: Otero “Antigüedades y Joyas” con la dirección y teléfono exactos, sólo a unas cuadras de casa, en el corazón de Recoleta. El local está ubicado a lado de un quiosco de diarios, luce un ventanal muy adornado con perlas y broches dorados. Hasta allá he llegado, pero para mi mala suerte muy temprano, porque encuentro sólo un letrero: atención desde las 10 a las 17 horas.

Enhorabuena no lejos de allí está ubicado un café Martínez. ¡Qué suerte! Pedir un café con leche, medialunas de manteca y leer de nuevo el diario que anuncia de nuevo lo mucho que va subiendo el dólar en el mercado paralelo. La Nación hace un tiempo ya que viene publicando: Dólar oficial 5,49 centavos, Dólar Blue 9,90 centavos.Mientras me voy tomando el pequeño jugo de soda que siempre viene de regalo me parece una buena idea primero llamar por teléfono y de alguna manera tantear el terreno.

-          ¡Hola, buen día!
-          ¡Hola! Antigüedades y Joyas.
-          Estee…llamo de parte de la mamá de don Roberto, el encargado del edificio de las Heras…quería averiguar si tienen Euros a la venta…¿Otero, cierto?
-          Mmm si, Roberto algo ya me ha comentado. Le puedo ofrecer euros, dólares, lo que Usted quiera.
-          Euros…pero, a cuánto está vendiendo Ud. señor Otero.
-          Mirá, eso está un poco difícil, el euro viene pegado al dólar y ahorita recién me estaban diciendo que de pronto ha subido mucho el cambio…mejor será que venga personalmente y arreglamos.
-          Pero voy a necesitar una buena cantidad y en billetes grandes señor Otero.
-          Por la cantidad no se preocupe, eso sí, aquí de todos los tamaños, de los de 500 son muy pocos los que quedan, por eso de los controles en la Aduana…pero venga y luego hablamos…
-          Ok, hasta dentro de un rato...


(Continuará…)


lunes, 10 de marzo de 2014

De nuevo Abril


Aquel, fue un día tapado de nubes
Y a eso de las once comenzó suavito a llover
Nuestros pasos resonaban todavía juntos en aquel domingo desierto
Yo intentaba tomarte del brazo, lo recuerdo
Vos te adelantabas diciendo: ¡Vamos! Que llueve

Me parece ahora sentir el olor alimonado de tus cabellos
Temprano recuerdo de Abril que aún no me parece lejano
Te veo de nuevo sosteniendo el paraguas rumbo a la parada del colectivo
¿Quién iba a saber que sería nuestro último paseo juntos?
Nadie, bueno seguro no lo sabía yo

Hoy, las diminutas gotas de agua entran de nuevo en mi alma
Igual que en aquel momento que yo esperaba dirías algo, aún no sé qué
Pero ahora como entonces, vos simplemente desvías mi mirada
Sonríes incómodo y dices: Ya viene el Bus
No te olvides de bajar en la Estación del Sur…