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domingo, 25 de agosto de 2013

Un nuevo día

Desde mi ventana se puede mirar justo la torre de la iglesia que se alza en medio del pueblo, que tiene una enorme campana de color ceniza que siempre canta indiscreta y le encanta sonar a partir de tempranas horas de la mañana. Orgullosa luce su dorada corona donde vive solitario un dorado y delgado joven gallito, que cambia con el influjo del viento y durante el día mira primero al sur y un poco después también al norte, pareciéndose mucho a mi estado de ánimo.

Cada día tiene su rutina que se compone de hechos que se desencadenan en cascada. Primero la campana bien puntual, porque ha nacido en Alemania anuncia el comienzo del nuevo día a las seis y treinta de la mañana. Yo que tengo el sueño muy pesado ni me doy por enterada pero el bebé que vive en la casa de al lado sí, y como tiene los tímpanos recién estrenados, de un sobresalto se despierta y ejercita sus pulmones con un llanto ensordecedor que hace el pequeño cachorro que también allí habita ladre incansable.


Entonces la madre, la mayor parte de las veces, algunas pocas el padre, comienzan a cantarle en voz alta, lo cual invariablemente me despierta. A la sazón estamos todos despabilados: campana, bebé, cachorro, madre, padre, gallito y yo.

lunes, 12 de agosto de 2013

El Poema del Amanecer

¿Puede alguien escribir un poema, mucho antes de tener un Blog y no publicarlo? Si, puede. Especialmente cuando en ese tiempo todavía se es Pseudomona. Quizás porque, a pesar de que han pasado un par de veranos, el recuerdo de aquel sencillo viajero que alguna vez pasó por las calles de Buenos Aires, duele. Increíblemente duele y hace feliz. Duele como nada puede doler después de eso y al mismo tiempo hace feliz como sólo pudieron lograrlo esos cortos momentos prestados. Hoy, que ya ha pasado tanto tiempo, considero que es tiempo de compartirlo:


La noche rota, desgarrada, se hizo corta
Verte sonriendo en aquella mañana soleada ya casi no importa
La luz apenas naciente, pinta de un color ligero mi ventana
Imposible cerrar su paso, como imposible es detener tu partida
Soledad ilusa, me hace mirar el ligero caminar del tiempo
Que parece tener aún más prisa mientras se acerca el momento

Víctima involuntaria de tus recuerdos
No dejo de torturarme mientra le busco el color correcto
A ese danzar de tus pasos y los míos en vano intento
De acompasar nuestros caminos bifurcados
Que temblaron por un momento
Cuando tomados de las manos buscamos
Otorgarle explicación a las suaves nubes del cielo

Curiosa cristalina gota que nació triste
Cae suicida desconsolada y silente
Capaz de convertirse en llana corriente
Cada vez que añoro la suave voz de tu presencia

Me aferro a tu espalda y no me suelto
Me meces despacio en silencio
Silencio que no es tal sino es un grito
De tristeza total, de vacío intenso

Amanece, pero no para mí.