Translate

domingo, 25 de agosto de 2013

Un nuevo día

Desde mi ventana se puede mirar justo la torre de la iglesia que se alza en medio del pueblo, que tiene una enorme campana de color ceniza que siempre canta indiscreta y le encanta sonar a partir de tempranas horas de la mañana. Orgullosa luce su dorada corona donde vive solitario un dorado y delgado joven gallito, que cambia con el influjo del viento y durante el día mira primero al sur y un poco después también al norte, pareciéndose mucho a mi estado de ánimo.

Cada día tiene su rutina que se compone de hechos que se desencadenan en cascada. Primero la campana bien puntual, porque ha nacido en Alemania anuncia el comienzo del nuevo día a las seis y treinta de la mañana. Yo que tengo el sueño muy pesado ni me doy por enterada pero el bebé que vive en la casa de al lado sí, y como tiene los tímpanos recién estrenados, de un sobresalto se despierta y ejercita sus pulmones con un llanto ensordecedor que hace el pequeño cachorro que también allí habita ladre incansable.


Entonces la madre, la mayor parte de las veces, algunas pocas el padre, comienzan a cantarle en voz alta, lo cual invariablemente me despierta. A la sazón estamos todos despabilados: campana, bebé, cachorro, madre, padre, gallito y yo.