¿Usted ha esperado alguna vez en un aeropuerto, por horas, a que vengan a buscarla y al final nadie vino?
Yo sí.
¿Usted ha esperado alguna vez en un aeropuerto, por horas, a que vengan a buscarla y al final nadie vino?
Yo sí.
Entre animales
A la gallinita le salía un hilito de sangre por el piquito, cuando mi
hermano al fin, después de tanto forcejeo, consiguió que la Pelusa y el Beethoven
(Beto), la soltaran. A ella, a la gallinita, le bastó sentirse a salvo para
estirar su mansa pata enseguida. Mi papá y yo nos quedamos secos en medio del
patio. Sobre todo mi papá.
Él y mi hermano habían comprado juntos, días antes, a la parejita: un
gallito blanco (bautizado Catalán) y su gallinita gris, que según contara
después mi hermano, tenía en vida un ojito tuerto. A mi papá se le había fijado una idea en la cabeza, de que sería lindo tener un gallito en casa, para
que cantara al alba, como en el campo. Pero el hombre, quien vendía aquellos
animalitos, se había negado a hacerlo por separado: porque un gallito sólo, se muere de pena, una gallinita, también.
Continuará...