Al llegar la noche
Hoy ha sido
un día muy largo, estoy completamente agotada entre todas las actividades que
habitualmente caracterizan a un primer día en una nueva ciudad y la necesidad
de cargar yo sola con mis dos pesadas maletas. He llegado un poco después del
medio día, en el IC desde Mannheim y he sido bien recibida en mi nuevo hogar,
que lejos de ser un edificio de departamentos como decía el anuncio es una casa
de huéspedes, pero que cumple felizmente con el único requisito que me
preocupaba: un baño para mí sola. La casona queda a 19 minutos de la estación
principal de Bonn como me habían prometido en el e-mail, pero no en S-Bahn o en
Bus, sino en un tren de larga distancia que obviamente no pasa cada 15 minutos
como se me había sido dicho sino cada hora. Es decir, mi morada no queda
precisamente en la ciudad sino en las afueras, en un pequeño poblado de madera
y callejuelas estrechas, que por un lado tiene unas colinas verdes salpicadas
de casitas totalmente blancas y por el otro deja pasar al Rhin tranquilo y
cristalino que a ésa altura hace como una U, trayendo consigo también algunos coloridos
botecitos de vela. Un lugar realmente precioso, cuya visión desde el mirador es
como un sueño.
Me recuesto
pasada la media noche, luego de haber acomodado todas las cosas que necesitaré,
pues mañana tendré mi primera clase. Sin mucho esfuerzo y casi enseguida
consigo conciliar el sueño, no puedo precisar cuanto tiempo después violentamente
me despierto porque alguien me sujeta de las caderas y los brazos, abro bien los
ojos y distingo a una sombra completamente obscura que recortada entre la pared
blanca recién pintada y las sábanas color naranja me observa, yo quiero gritar
pero ésta fácilmente logra colocarme una bolsa de plástico en la cabeza,
mientras yo no puedo moverme, gritar o escurrirme porque estoy completamente
paralizada. No puedo precisar si se trata de un hombre o quizás una mujer de
tamañas dimensiones que con ambas manos logra sostenerme la cabeza. Yo que
tengo los ojos bien abiertos no consigo distinguirle los rasgos de la cara,
procuro respirar lentito pero siento que cada vez me va quedando menos aire y
la bolsa transparente se va pegando a mi cabeza, impidiéndome también cerrar
los ojos que me arden al contacto con el plástico, mientras mis tejidos ávidos
de oxígeno comienzan a temblar y yo no puedo siquiera realizar un movimiento…me
despierto, de un brinco enciendo todas las luces, incluso las de la cocina, no
hay sombra, no hay bolsa de plástico. Verifico las cerraduras de las puertas,
me acerco a la ventana que está igual como la he dejado pero igual la abro y
echo un vistazo a la escalera de emergencia pero no hay nadie. Reviso en el
baño, en el placard, debajo de la cama…nadie. Casi las cuatro de la madrugada,
un silencio sepulcral envuelve el lugar, quizás sólo fue sólo un sueño, pero
igual me quedaron doliendo los brazos, la garganta, los ojos…
Al día
siguiente al final de la doble jornada de clases la cabeza me da vueltas,
conocer a los nuevos compañeros casi todos venidos de países completamente
desconocidos para mí fue una experiencia un poco extraña, todavía no puedo
pronunciar sus nombres, algunos escritos en árabe, en chino, nigeriano, y otros
tantos más.
Paso por el
único supermercado del pueblo, la cajera que seguramente conoce a todo el mundo
me mira extrañada, yo como vengo de Sudamérica donde no tenemos ningún problema
de entablar conversaciones que aquí se consideran inapropiadas le digo que es
mi segundo día aquí, que vivo en la casa de huéspedes y le pregunto hasta qué
hora están abiertos. Ella me sonríe y me contesta amable y al finalizar me
dice: Shönen Tag noch!
Caigo como
en un profundo abismo, escucho voces por todos los lados repitiendo los conectores
de tiempo gramaticales, los componentes de la oración y demás cosas nuevas
aprendidas…pero yo considero que es hora de ir al baño y abro los ojos, retiro
la sábana, y cuando me dispongo a bajarme de la cama, la escasa luz que se
cuela por la ventana alumbra directamente sobre mi pierna izquierda, o sobre lo
que queda de ella, pues cientos de gusanos blancos se retuercen ágilmente sobre
los restos de mi piel desgarrada dejando ver casi por completo mi Cuadriceps Crural,
puedo observar fácilmente todo el recorrido de los tendones hasta su inserción.
Las fibras musculares han quedado totalmente descubiertas, el tejido rosado de
vida no sangra, no duele, parece que estuviera de nuevo en el Anfiteatro como
cuando experimentábamos en nuestras clases de Anatomía…
De nuevo un
mal sueño, ahora son las tres de la madrugada. Me lavo la cara con un chorro de
agua fría y abro de par en par las ventanas que dan al tejado, no quiero volver
a dormir. Mejor me voy a la cocina, me preparo un café y hasta las siete
escucho música en los audífonos de mi computadora mientras me pongo al tanto de
todo lo que pasa en la región.
El tercer
día pasó igual que el segundo, y en la noche un nuevo mal sueño, y al cuarto
día no quiero dormir, no debo dormir, me distraigo haciendo otras cosas,
pensando, planeando…pero al quinto día ya no puedo luchar más contra ésta
necesidad de descanso y luego de que hoy mi estómago comenzara a vomitar todo
el café que estuve tomando, enciendo un par de velas en la mesita de luz para
no estar por completo en la obscuridad y me meto de nuevo entre las sábanas.
Esta vez no
es una sombra, ni son los gusanos los que me despiertan, sino una sirena, que
tiene un timbre tan alto que parece estar justo en mi habitación, parece como
que algo terriblemente malo está pasando en el pueblo porque se le suman otras
pequeñas sirenas que se escuchan a lo lejos que parecen todas correr al mismo
tiempo al auxilio de algo que quien sabe que pueda ser, yo que ya estoy
acostumbrada a éstos malos sueños, procuro disociarme y no pensar, aunque el
humo inunda toda la habitación…
El General
Anzeiger del 17 de junio da cuenta de todos los hechos que se sucedieron, y el
pueblo innominado de repente cobra importancia a raíz de un incendio que comenzó
en la habitación de la única víctima fatal, cuyo motivo aún no está
establecido, pero todo hacer pensar que el fuego fue intencionalmente provocado
por un par de velas que ardieron sin parar en la mesita de luz de una
habitación de huéspedes…