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miércoles, 29 de febrero de 2012


Singular idioma

                                                                                           By Pseudomona

Recordando ésas pequeñas cosas que dijiste mientras estuvimos juntos, de una especial manera me emocionan aquellas que recuerdo en un lenguaje por mí apenas conocido y quizás por ello me suenan tan lindas, más lindas de lo que pudiera decir una simple traducción del Google.
Te acordarás por ejemplo cuando el calor de la noche nos sorprendió en la cocina, tomando agua de la canilla porque no se podía estar de tantos grados de temperatura. Estabas tan cerca de mí, yo sentada sobre la mesa dentro de tus brazos, vos suavemente me jalas el pelo detrás de la cabeza y muy lento lo pones a un lado murmurando I Like Your Hair y después me das un beso intenso con todo el aplomo de tu barba tibia.
O de la forma tan dulce de enterarme qué color tienen mis ojos al escucharte decir Brown Eyes muy quedamente mientras yo estoy de pie, al borde del oscuro abismo de tu pupila sin poder contestar nada, o tal vez sí, sólo con palabras que bien las entienden vos y la soledad de ahora.

martes, 28 de febrero de 2012


Sábado 21 horas

By Pseudomona

Afuera el viento quiere remover las paredes, los árboles golpean a la lluvia ferozmente con sus hojas y ésta se desata enojada sobre el parque. Mal día para reunión de amigos.
Ella y yo traemos el cabello revuelto los vestidos empapados, vamos cargadas de cosas y obviamente llevamos media docena de Stellas y CDs varios por si acaso bailamos. El nos espera bien preparado, ya ha pelado las papas y cortado bien las rabas, qué gusto volver a juntarnos. Nos abrazamos ¡Hace tanto tiempo!
¿Un poco de cerveza? Claro, nos sentamos en la mesa de la cocina. Ella, Camila está bien contenta, comienza a hablar presurosa poniéndonos al tanto de las últimas novedades que el amor le ha traído. Tamara arriba enseguida y viene con una espectacular cámara para guardar nuestro encuentro.
¡Qué rica la comida! Pruebo primero las rabas, después las papas fritas a la provenzal que realmente están deliciosas. ¡Cómo me gusta el orégano fresco! Mientras escuchamos música, hablamos de nuestras familias, nuestros problemas, fugaces alegrías y también hacemos planes. ¿Qué tal un viaje a Tandil durante el fin de semana? Sería fantástico, que buena idea, vamos todos juntos y además llamemos a Daniel, Nadia y al Ruso, que ya habrán vuelto de sus vacaciones y seguro vendrían contentos, así completos todo sería tan divertido.
El, Gustavo sorprende al momento del postre con riquísimos chocolates que escogió para nosotras en su viaje al fin del mundo donde recientemente ha estado. Y nos muestra fotos de Ushuaia que nos dejan asombradas, tanta belleza junta no puede caber en un solo lado.
Camila ahora nos cuenta de su árbol genealógico, entre todos la cargamos con bromas porque de tan grande que es, resulta que ya no parece ser un simple árbol sino un bosque frondoso y nos reímos a carcajadas. Tamara dice algo así como que es bueno tener una relación tranquila, pero que a veces también es bueno que el otro demuestre algo de celos para hacer más interesante una relación ¿Que opinan los demás? Y diversas opiniones se desparraman sobre la mesa.
Suena un buen Blues contagioso que endulza más el vino que ha sido traído especialmente para la ocasión desde el norte Argentino en un viaje de paseo y así la noche sigue, entre bromas, anécdotas y cosas queridas.

Qué bueno enterarse que una tiene tan buenos amigos, que puede contar con ellos y que además cocinan tan bien que pienso, feliz de mí que no puedo hacer nada, ni siquiera hervir bien el agua.




Ritmo de un día lluvioso

By Pseudomona

La lluvia golpea mi ventana suavemente y creo que hoy no me levantaré de la cama, hoy no habrán media lunas de manteca ni café con leche, quizás pueda beber un poco de música talvez, si es una buena idea. ¿Comenzamos? Primero una de mis canciones favoritas I Got a Woman de Ray Charles, después I Don´t Need No Doctor que es tan especial para mí que de adolescente solía escucharla tantas veces, que acaso hizo que definiera mi carrera años más tarde.
Revolviendo en mis recuerdos porque no escuchar la bella voz de Peggy Lee y toda su banda interpretando Black Coffee o mejor aún Fever con los característicos chasquidos de sus dedos al acompañar la canción.
Y ya que estamos en eso suena la trompeta de Louis Armstrong que puede derretir mi razón en el primer acto. Considero que su libre interpretación de La Vie en Rose es una bendición de todos los santos. Bueno a estas alturas creo que sería bueno salir de la cama. ¿Que tal Will You Still Love Me Tomorrow de The Shirelles? Y enseguida estoy de un lado al otro bailando en mi habitación.
Y después de bailar muchísimo pongo Lucky Day por la maravillosa Judy Garland, la artista más grande de todos los tiempos y es tiempo de comenzar a cantar Yes, this is my lucky day.
Y afuera, llovía?

lunes, 27 de febrero de 2012


Poema sin título
(Because it will be your name)

By Pseudomona

Que lindo es tener a un hombre cerca de tu casa
Mandándote un mensaje de texto para invitarte a salir
O simplemente tenerte en su pensamiento tan fuerte
Que también vos lo puedes sentir
Y cuando te contacta no paras de reír el tampoco
Y siempre te pregunta adonde quieres ir
Porque todo lo que el desea es estar sólo contigo
No importa si es una cena o mejor un desayuno

Que más puede pedir una mujer
Que un hombre así esté cerca de su casa
Aunque a veces deje pasar un tiempo para que no agobie
Y cuando vuelve a encontrarte todo es increíble
Te muestra tanto cariño que ya te está abrazando
O tomando de la mano siempre que van caminando
Quizás te sorprende y te roba un beso
O simplemente te mira con ojos de cachorro tierno

Si que es hermoso tener un hombre así cerca de tu casa
De día o noche sentirte acompañada
Que te haga bromas poniendo cara de serio
Y te haga reír tanto que parece que es demasiado
Abrazarte largamente en completo silencio
Y vos sentirte una reina cada vez que el te besa
Con tanta ternura que es difícil oponer resistencia

El problema comienza cuando ya no está
Cuando el debe irse a seguir su camino
Porque está viajando y no va a volver
Quizás porque ya ha pasado un largo tiempo lejos de su casa
Que está al otro lado del mundo luego de un océano
Cerca de un gran bosque lleno de historias
Pero nunca tan lindas como la nuestra.



Cuando febrero se hizo verano

By Pseudomona

La música de la radio resuena encantadora
En mi vacío departamento de Las Heras
Que no tiene nada hasta ahora
Ni sillón ni aire acondicionado
Siento tus brazos rodeando mi cintura
Apoyo mi cabeza sobre tu pecho
Permanezco anhelante en tu regazo

Zigzagueante sensación de piel encendida
A media luz casi a oscuras nos movemos muy juntos
Vos meciéndome yo dejándome llevar
Sin poder pensar en otra cosa
Acaricias mi cabello y en silencio juegas con el
Metiendo tus dedos largos entre sus hebras

Me tocas aún más y sigiloso estás en mi cuello
Me estrecho a tu espalda de tal manera
Que no quiero respirar para tenerte más cerca
Si bien sos tan alto y yo tan pequeña
No cabe duda que somos una especial pareja
Vos ya me estás besando los labios
Tan dulcemente mientras bailamos

No pares nunca olvidaré este momento
Vos besándome y yo soñando ésta medianoche
Aferrada a tu aroma sin pensar en mañana
Hermosos recuerdos de cuando éramos únicamente vos y yo
Y la ciudad se detuvo por un tiempo sólo para los dos
En aquel eterno lunes de febrero
El más bello del calendario.



viernes, 24 de febrero de 2012


Fotografías

By Pseudomona

A un mes del otoño el calor no se ha ido
Pero realmente hiela en la ciudad
Se siente tanto frío que cuesta dejarse estar
Tu irremediable ausencia considero
Cada día se nota más

Ojos cerrados reviven memorias
Y nuevamente te encuentro
Otra vez nos miramos
De nuevo bailamos contentos
Juntos tomados de las manos

Inmóvil dejo pasar las horas mientras observo
Aquellas instantáneas tomadas
La inolvidable noche que nos conocimos
Estamos sonriendo en esos minutos
Que quedaron para siempre grabados
De nosotros flamantes abrazados

Transito tus labios tus dedos
Me acuerdo haberte besado de dos mil maneras diferentes
En los codos en tu barba recio contorno de tu cara
Me acuerdo tanto que de repente me tiento
Y poco a poco me acerco y te doy un beso
Uno muy quieto en la pantalla de mi computadora.


jueves, 23 de febrero de 2012


Escarabajos de lomo dorado

By Pseudomona


Recorren la ciudad de izquierda a derecha
Te llevan igual con prisa o sin ella
Cuando sabes la dirección exacta o cuando no
Siempre atemperados te rescatan del frío invernal
La lluvia impetuosa o el calor de cuarenta grados

Música clásica o cumbia en la radio
Buenas maneras en ocasiones distraídos
Algunos hablan que da tanto gusto
Que un poquito más podrías quedarte
Otros silenciosos ni una palabra
Concentrados en el viaje

A veces alguien trabajó doble jornada
Tiene mucho sueño pero aún no ha logrado
Lo necesario para cumplir el contrato
Mientras el cuadradito ágil señala
El pasaje que deberás darle
Buenos Aires pasa radiante y acicalada con todas sus calles

Mis amigos los taxistas esa noche me llevaron
Presurosa cerca de las once
Al encuentro del chico más especial del mundo
Fueron tan rápido que llegué temprano
Mucho antes que el hubiera arribado.

martes, 21 de febrero de 2012


Azabache

By Pseudomona

La versión larga de ésta historia no se podría contar en pocas palabras por lo cual trataré de abreviar. Sixto nació en una familia de 6, como eran tantos fue difícil ubicarlos, uno a uno a sus hermanitos y finalmente a él, que por ser de color negro fue casi imposible, a tal punto que pensaron que deberían sacrificarlo.
Yo, recién me había divorciado, de un largo matrimonio de dos años, sí parece corto pero en realidad fue muy largo, largos los días y las distancias, largas las peleas y los silencios. Con la ayuda de mis padres estaba intentando mudarme a Chacarita, a dos cuadras del cementerio, tenía muchas ganas de comenzar una nueva vida en el barrio de toda mi familia.
Cuando me enteré lo de Sixto, al principio tuve mis dudas, pero al escuchar lo que podían hacer con él decidí adoptarlo, pensé que sería bueno tener un compañero, un amigo si bien no era un cachorro era también un animalito digno de recibir afecto.
Los dos nos instalamos en nuestro apartamento de una sola pieza con una ventanita circular que daba a un pequeñísimo balcón. Fue encontrarnos los dos, yo sin mi marido y el sin sus hermanitos. Comenzamos bien tengo que decirlo, a el le gustaba tomar la leche tibia que yo le preparaba por las mañanas y en la cena compartía conmigo mis galletas favoritas, las chocolatinas. Éramos muy unidos cuando era pequeño, jugábamos juntos y nos gustaba tendernos en el piso para soñar.
Las obligaciones de la vida, el comienzo de una nueva empresa exigen emplearse a fondo si se quiere ganar dinero suficiente para la renta, la cuota de la facultad y demás necesidades que ahora que lo pienso no son tan imprescindibles. Me vi obligada a salir mucho en aquel tiempo, casi no conseguía estar en casa, iba del trabajo a la facultad y luego a un segundo empleo que había conseguido. Apenas conseguía llegar a casa exhausta muy entrada la noche, tan rendida que sólo pensaba en dormir y en la rutina que al día siguiente esperaba por mí. El me aguardaba mimoso al principio deseoso de cariño, pero yo no podía darle nada de lo fatigada que me sentía.
Pasaron varias semanas de ignorarlo hasta que una noche cuando volví a casa sentí un ruido extraño al lado de la ventana, algo así como un aleteo desesperado, me acerqué intrigada en la obscuridad para ver que pasaba y era mi gato que tenía atrapada a una paloma entre sus garras, cuando conseguí soltarla la pobrecilla no pudo vivir más que unos instantes sin que yo pudiera hacer nada para curarla.
Esa noche me quedé espantada, clausuré la ventana, le grité a Sixto, le dije que era un mal gato, un mal bicho, que me había arrepentido de adoptarlo y un montón de cosas más que ya no recuerdo. El lejos de comprenderlo se ensañó conmigo, cuando yo llegaba el se alejaba y al final casi ya no nos queríamos, ya no éramos más amigos.
A veces me cuesta tomar una conducta, espero paciente a que las cosas retomen su rumbo habitual, que todo fluya en esa espera impasible. No fue así en este caso, el y yo no nos repusimos de aquella riña, de aquella pobre paloma.
Un día al volver del trabajo sentí un maullido detrás de la puerta, era Sixto que estaba todo henchido con el lomo encorvado como gran felino. Aprovechó la puerta abierta y salió resuelto como un feroz puma, rompiendo así el invisible lazo de nuestra convivencia.
Yo en el fondo sé que fue mi culpa, y ahora que llueve allá afuera, no dejo de pensar que hay un pobre gato que extraña su leche, sus galletas y sobre todo el cariño sobre sus orejas.

Para mi amiga Andrea.
Que alguna vez me habló de un gato negro.



Te has quedado

By Pseudomona

Debajo de la ducha el agua corre, me alcanza y me moja
Primero el pelo después la cara y el resto de la piel
Puede lavar hasta mi sombra
Pero no consigue arrancarme un solo recuerdo
Imposible de ésta ni de ninguna otra manera
Palpitante sigo pensando en ti
Sensación silente presencia indeleble
Ya sea mientras tome el té con mis amigas
Vaya al cine, aplauda en el teatro o baile
Y ni te digo lo que pasa cuando escucho música
Las canciones cobran para mí un significado especial
Cruel tontería pensar en ti con cada melodía
O verte un poquito quizás cada día al ocultarse el sol
En los árboles que dejan caer sus hojas rendidas
Bello lienzo texturado de un color indefinido como tus ojos
Es verdad, me he vuelto un poco taciturna de tanto pensar
Todos pudieron advertirlo, que te pasa preguntan
Es que simplemente te has marchado, ya no estás
Pero también de algún modo te has quedado
En las cosas que dijiste o descubriste
Te puedo ver todos los días
Cada vez que peino mi largo cabello y lo pongo de costado
En mi mirar donde estás reflejado toda vez que me veo al espejo
En mi vestido floreado también te has quedado, de tanto haberlo tocado
En mi cuello tímido de tanto haberlo besado
En mis aretes de colores cálidos
En el submarino de chocolate y leche
Y hasta en mi cartera de cuero barato.



lunes, 20 de febrero de 2012


Mesa de a dos

By Pseudomona


Noche calurosa, temible enemiga de mi delgado vestido
Sentados vos y yo, frente a frente nos miramos
Primera cita a cenar en lunes de febrero
Me cuesta hablar incluso español, imagínate en otro idioma
Vos que debes saberlo pareces tranquilo
Fijas tu atención en el bar, me gusta dices
Y es verdad, botellas de colores rojos, amarillos, verdes, grises
Pudiera ser un pequeño arco iris

Ordenamos ¿cerveza?, ¿vino?, vino está bien
Ni los panes tibios recién horneados
Logran distraerme de vos a mi lado
Sos tan gentil mientras me hablas
Mientras me cuentas tus viajes al otro lado del mundo
Se nos va la luz, pronto también la música
De inmediato se encienden luces de emergencia
Amable la maître se acerca, pide mil disculpas es en todo el barrio

Conversamos tanto que apenas pudimos comer
Y el Chardonnay parecía extraordinario
Es raro dices, suelo comer muy rápido
Observo que algo brilla afuera, en nuestra ventana
¿Qué será? Tal vez un hechizo de ésta noche especial

Al poco tiempo volví, vos ya te había ido
Nuestra mesa seguía ahí y también el vino floral
Seguro que te habría gustado
Ver lo que había colgado ésa noche
Del otro lado de la ventana.  



 

domingo, 19 de febrero de 2012


Silencio

                                                                                                           By Pseudomona

Cabellos blancos ojitos de espejo, su piel arrugada delata rápidamente todas las injurias que pudimos hacerle para administrarle los medicamentos, vinosos largos hematomas se extienden por sus brazos. El no se queja, soporta en silencio. Cada vez que debo examinarlo me muestra una tierna sonrisa de dos únicos dientes.
Llegar a viejo no se elige.
Enfermarse, dejar la rutina tener que internarse, que le saquen sangre y le pongan suero.
Dulce viejecita compañera de vida, ya nunca se alegra, parece saberlo, que el está muy grave pero aún pregunta, si volverá a casa a tomar el té en la terraza a pasear el perro, o quizás llevarle flores lunes de mañana. Ansiosa espera por mi respuesta, yo no digo nada me quedo callada.
Porque puede que el sea libre, que su espíritu vuele, pese a todo esfuerzo.

sábado, 18 de febrero de 2012


Noche de enero

By Pseudomona

Inesperado encuentro
Me siento emocionado
Recién la conocí
Quizás ella también lo ha notado
Que no he dejado de sonreír
Al sentir su tibio contacto
Cuando la abracé para continuar bailando

Percibo su olor, su esencia
De tanto haberme acercado
Mejor no la miro y sigo girando
Melodía de noche armoniosa
Magia que despierta a ésta calle sobria

Vos también me miras
Me miras y ríes
Lo que no adivino es que también piensas
Que te gusta tanto, tu mano en mi mano
Tu cintura en mi abrazo

Lola Mora calle que no duerme
Todavía no sabe que yo ya no estoy
Y aún espera, que algún día volvamos
A bailar con ella, tan sólo siquiera
Una chacarera.



Milímetros de mercurio

By Pseudomona

Una tibia sensación viaja desde la parte posterior de mi cráneo hasta la columna dorsal, palpitante, pegajosa, extiendo mi mano derecha hacia el occipital y palpo una gruesa capa de sangre coagulada, dolorosa. Me pesa la cabeza, la siento enorme, apenas puedo sostenerla y me arrastro a ciegas en la húmeda irregularidad del piso. Lo último que recuerdo es haberme subido al ascensor, estoy segura que toqué el botón a planta baja o talvez no, me distraje mandando el mensaje, finalizando la visita. Grito por ayuda una y otra vez, la expresión me suena débil, como un susurro. El hueco negro en el que me encuentro devuelve el sonido distorsionado de mi voz, en vano intento distinguir alguna forma en la oscuridad completa.
Busco en el bolsillo de mi abrigo y me aferro al celular, fiel compañero. La tenue luz se enciende, parece no haberse lastimado, que suerte pienso mientras busco una señal, la pantalla titila sólo emergencias, intento llamar y nada. Alumbro lentamente las paredes oscuras y lúgubres, quisiera no mirar pero debo hacerlo. Siento el frío estremecedor del miedo y la fuerza extraordinaria de una mano invisible me presiona la garganta, dificultándome hasta respirar. Me aflige no saber donde estoy, talvez soñando, quizás esto realmente no está pasando, no obstante la conmoción penetrante en mi cabeza me recuerda el despiadado dolor de mi caída y ni siquiera el peor mal sueño puede doler de ésta forma. Tengo que concentrarme, intentar pensar claramente, elaborar un plan y volver al ascensor.

Sólo hace un par de horas cumplía mi rutina habitual. Recibir un mensaje texto y partir. Parera 150, 5to B. Femenina 24 años, consulta por fiebre. Llegar al edificio, saludar, un corto interrogatorio, escueto examen físico, prescripción, apretón de manos, deseos de mejoría y luego salir hacia otro domicilio. Sí, los tiempos han cambiado, los pacientes no quieren ir más a la guardia y esperan al delivery del servicio médico en la comodidad de su hogar. Es cierto que parece una tontería eso de buscárselas en la calle, pero la costumbre de tantos años de trabajo hace que parezca lo más normal, sólo ahora puedo ver que es una locura, ir a lo desconocido, a casa ajena, jugar siempre en el terreno del otro. Ahora que todo está oscuro, lo veo claramente. La idea de la muerte me atormenta, morir ahora, de ésta forma tan absurda, o lo que es peor, permanecer encerrada en éste lugar.

Hongos y ácaros que fermentan los lugares donde abunda la pestilencia contaminan el ambiente. La idea de haber ido a parar al subsuelo del edificio me consuela, sin duda hay una puerta sólo tengo que encontrarla; además dejé mi auto estacionado en frente y tenía pendientes 2 visitas, se darán cuenta que no salí y me buscarán. Pronto estaré afuera y podré contar mi aventura, eso sí, no pienso trabajar más de ésta manera.
Transito por un gran túnel de techos altos, arcos de medio punto y paredes carcomidas por el olvido. Esta parte de Recoleta es añeja, afuera, Parera es hermosa, aunque sólo tenga 2 cuadras. Avanzo lentamente, un pie después el otro, tanteando en las tinieblas. Oigo el sonido característico de la batería que pronto se acaba en medio de ruidos extraños que parecen ser chillidos acaso de ratas, muchas de ellas pululando en la oscuridad; recuerdo haberlas estudiado en el laboratorio de la facultad y sé que si están aquí, hay una salida.
Cómo pesa mi maletín, me duelen los brazos hasta el adormecimiento, sin embargo continúo sin dirección. La mortuoria luminosidad me abandona, completamente a ciegas creo percibir la presencia de alguien más conmigo. Qué hacer ahora, siento el llanto en mis mejillas, me acurruco hasta que mis ojos se habitúan a las sombras, desearía formar un río de lágrimas y escurrirme. De pronto diviso una sombra que cruza rauda por el túnel, veloz con una agilidad extraordinaria, me estrecho aún más contra la pared y siento formas anatómicas, la valentía morbosa de no tener nada que perder me hace alargar la mano, primero un zapato, un pantalón luego una pierna, la sacudo, sólo para darme cuenta que carece de vida, los gemelos se han pegado tanto a la tibia que debieron pasar varios meses desde que éste cuerpo sintió el pulso en las sienes.
Otra vez la sombra pasa vertiginosa en sentido contrario, contengo la respiración, tengo la certeza que jamás saldré de aquí, quedaré momificada en éste subterráneo, trato de distraerme de la muerte que se aproxima pero tiemblo sin poder controlarme.
Aliento nauseabundo oliéndome la espalda, justo sobre la herida luego un roce espinoso en mi oreja izquierda, cierro los ojos con fuerza, imagino el cafecito en la esquina de casa, medialunas de manteca y un gran tazón de café con leche…

El ruido ensordecedor de una sirena lacera mis oídos, quiero moverme pero estoy sujeta. Me cuesta tanto abrir los ojos, que parece que los tuviera pegados.
- ¿Qué me pasó? pregunto, aunque sé que no pude articular nada. Un muchacho joven de uniforme blanco me mira sonriente.
- No se asuste señora, parece que le bajó la presión y se cayó. No, no se mueva, ya estamos llegando al hospital. 

jueves, 16 de febrero de 2012

Travesura

                                             By Pseudomona

Caminamos tomados de las manos
Me miras y comienzas el juego
¿Como te llamas? Preguntas
Yo me hago la sorprendida y digo
Mi nombre es Mario

Ah, dices abriendo aún más tus ojos dulces
Sonríes y respondes
Yo me llamo Marcela
Ah, digo feliz
Tienes un nombre hermoso

Entonces te acercas y me besas
Mientras el sol, allá arriba
Nos mira confundido
Porque no sabe quien es Mario
Y quien Marcela


Paseo

                             By  Pseudomona

Familiares, concurridas
Plácidas, taciturnas
Calles de Almagro
Que recorro en mis visitas

Café Los Floristas
Esquina Palestina
Sentada yo observo
La vida que transita

Después de un cortado
Y de una medialuna
El sol se despereza
Y un poco más alumbra


miércoles, 15 de febrero de 2012


Tityus Trivittatus

By Pseudomona

Él era un hombre rutinario, solía levantarse todos los días antes de las 7, cepillaba largamente sus dientes a los que cuidaba más que a su escaso pelo, luego se vestía prolijamente y se dirigía a la terraza donde habitualmente se le servía el desayuno. Ese día sintió un electrizante y profundo pinchazo en el dedo gordo del pie derecho en el momento en que se estaba calzando. La putísima madre que te parió, gritó, retirando con rapidez el pie y lanzando el zapato contra la pared, que fue a dar en el interruptor de la luz, justo al lado de la puerta del baño, dejando la habitación en penumbras.
Mientras se quitaba rápidamente la media a rayas para examinar el dedo en cuestión, notó que el dolor iba disminuyendo hasta desaparecer dando lugar a un zigzagueante hormigueo. Casi no podía sentir sus dedos; el pie, luego la pierna, comenzaron a pesarle. Si no hubiera sentido el pinchazo primero, quizá habría pensado que se trataba de algún ataque cerebral como lo había visto tantas veces en Dicovery Channel. Pero no, había visitado hacía poco a su médico de cabecera para su chequeo anual y este le había dicho: Roberto, usted goza de una salud envidiable para su edad. Por lo tanto el cerebro no podía ser. Fijó la vista con atención en su zapato ¿tendría acaso algún clavo, de esos pequeños que se colocan cuando uno los lleva a arreglar? Pero este era nuevo, aunque quizás lo traía de fábrica. Se acercó lentamente avanzando con sus antebrazos y arrastrando la pierna derecha, casi reptando. Observó detenidamente el calzado extendiendo la mano para tomarlo cuando notó que por debajo se asomaba algo que se movía con dificultad. Parecía ser la patita de algún insecto, se acercó aún más, aguzando la vista en la oscuridad de la habitación, para comprobar que se trataba de la puntiaguda cola de un alacrán.

Como te digo, mi querido Andrés, Holmberg era un visionario. Mirá que cuando le encomendaron la organización del zoológico, El mismo eligió a los animales y les mandó a construir un hábitat acorde con su lugar de procedencia. Fijate que  a los osos panda, por ejemplo, les levantó una pagoda china que la podés apreciar inclusive ahora que es de noche. Vení, acercate a la ventana ¿la ves?, mirá, allá está, magnífica. Lo que nunca se hubiera imaginado es que a tantos años, ¿cuántos son?, sí, poco más de 120, el zoológico quedaría en medio de tantos edificios y nosotros tendríamos que vivir con el olor a mierda de elefante todos los días. No me lo digas otra vez, sí…yo lo sabía y aún así decidí quedarme. Cómo despreciar la casa donde mi padre creció y hasta yo mismo pasé los primeros años de mi vida. Bueno, antes de irme a París cuando terminamos la secundaria. Qué tiempos aquellos… Pero volví, volví para quedarme. De todas maneras, alguna vez tenés que darme la razón, esto…los malos olores y ruidos a toda hora es realmente insoportable. Que son los años, decís. Qué te hacés si vos tampoco sos un pendejo. Vení, traé tu copa, bajemos al comedor, veamos si la muchacha al fin terminó de poner la mesa.

De pronto escuchó el ruido de unos pasos en el corredor al tiempo que la puerta de su dormitorio se abría lentamente. Se volvió: Ay Marga, no me lo va a creer, había un alacrán en mi zapato y el maldito me picó. Por qué se queda ahí, vamos, haga algo, llame a una ambulancia, casi no siento mi pierna y mire: no la puedo ni mover.
La silueta recortada en la puerta era la figura de una esbelta mujer joven. Llevaba el pelo castaño prolijamente recogido en un rodete atrás de la cabeza y un enjuto uniforme azul de doméstica la cubría hasta por debajo de las rodillas. Sostenía entre sus manos un recipiente vacío de vidrio y se quedó en el umbral, inmóvil y en silencio; después pareció decidirse y caminó hasta detenerse a su lado, cerca de la pared donde había ido a parar el zapato. Luego se agachó y con un rápido movimiento encerró al insecto en el interior del frasco, justo en el momento en que este había logrado liberarse del collarín del calzado.
Poco a poco sentía que su cuerpo se adormecía. Pero qué diablos, rápido, llame a la ambulancia, dígales que es urgente, que me picó un alacrán, se lamentaba Roberto tratando con sumo esfuerzo de tomarse del tobillo derecho y empujarlo para atrás, hasta que con un complejo agregado de movimientos quedó boca arriba. Qué pasa, Marga, no se quede ahí parada, haga algo. Alcánceme mi celular, lo dejé anoche cargando allí, allí sobre la mesita de luz, señalaba con un dedo mientras intentaba incorporarse sosteniéndose sobre sus codos. Maldita sea, no siento nada de la cintura para abajo. Todavía no sé cómo logró meterse ese bicho acá.
La habitación estaba en penumbras, las persianas aún no habían sido corridas y solo una vertical franja de luz se colaba por la entrecerrada puerta. La silueta continuaba inmóvil, sosteniendo el frasco transparente donde el acaramelado insecto se contorsionaba tratando de liberarse de su mortal prisión. La mujer parecía estar observando sus vanos intentos de ponerse de pie.
Entonces a él le pareció que hizo la señal de la cruz y caminó con aire resuelto, se acercó a la mesita de luz, tomó el celular que en efecto estaba ahí, lo retiró del cargador, se lo puso en el bolsillo de su delantal y veloz abandonó el lugar. Al cerrarse la puerta se escuchó un crujido seco, metálico, como cuando alguien la asegura con llave.
Los brazos ya no pudieron sostenerlo y se rindieron ante el peso de su cuerpo. Golpeó el occipital contra la suavidad de la costosa alfombra importada. Abrió tanto los ojos que parecían salírsele de sus cuencas. Su rubicunda cara era surcada por amplias gotas de transpiración; los maseteros se contraían espasmódicamente dejando ver su singular dentadura blanquecina. En la oscuridad solo se podía escuchar su respiración jadeante: Pero qué hace, Marga, no se vaya, déme mi celular, necesito ayuda. No estaba seguro de si estaba articulando las palabras o las decía en su pensamiento. Auxilio, que alguien venga, ayuda por favor, alguien…

¿A qué hora llegué anoche? A eso de las 11, no te quería despertar querida. La cena…, y qué te puedo decir, unos solomillos a la mostaza que no tenían gusto a nada, eran incomibles, tan duros estaban que la mandíbula me quedó doliendo hasta después del postre. Qué rico te salió el café, servime otro por favor. Nada, Roberto está muy sólo, bueno con la criada, pude verla en el cuarto de servicio, le estaba lustrando los zapatos.

Claridad


By Pseudomona

Me levanté esta mañana
Cita a desayunar, me impaciento
Es la primera vez que te voy a ver
A la luz del día
Y eso simplemente me altera

Siempre es más fácil
Con un par de cervezas encima
En la oscuridad de la noche
O en la penumbra de aquel bar

¿Estaré bien así?
Me miro al espejo
Las otras dos veces la pasamos tan bien
A decir verdad, la segunda fue mejor que la primera
Y sobra decir que la primera fue magnífica

Pero ahora vendrás con la luz del día
Sin cervezas, sin vino, sin penumbra
Y llegas tan temprano
Que ni siquiera arreglarme he podido

Yo, que apenas me peiné
No me pinté, ni otra cosa
Vos llegas con el sol
Me miras, sonríes y dices
Te ves tan hermosa.