El Poema del Amanecer
¿Puede
alguien escribir un poema, mucho antes de tener un Blog y no publicarlo? Si,
puede. Especialmente cuando en ese tiempo todavía se es Pseudomona. Quizás
porque, a pesar de que han pasado un par de veranos, el recuerdo de aquel sencillo
viajero que alguna vez pasó por las calles de Buenos Aires, duele.
Increíblemente duele y hace feliz. Duele como nada puede doler después de eso y
al mismo tiempo hace feliz como sólo pudieron lograrlo esos cortos momentos
prestados. Hoy, que ya ha pasado tanto tiempo, considero que es tiempo de
compartirlo:
La noche rota, desgarrada, se hizo corta
Verte sonriendo en aquella mañana soleada ya
casi no importa
La luz apenas naciente, pinta de un color
ligero mi ventana
Imposible cerrar su paso, como imposible es
detener tu partida
Soledad ilusa, me hace mirar el ligero caminar
del tiempo
Que parece tener aún más prisa mientras se
acerca el momento
Víctima involuntaria de tus recuerdos
No dejo de torturarme mientra le busco el color
correcto
A ese danzar de tus pasos y los míos en vano
intento
De acompasar nuestros caminos bifurcados
Que temblaron por un momento
Cuando tomados de las manos buscamos
Otorgarle explicación a las suaves nubes del
cielo
Curiosa cristalina gota que nació triste
Cae suicida desconsolada y silente
Capaz de convertirse en llana corriente
Cada vez que añoro la suave voz de tu presencia
Me aferro a tu espalda y no me suelto
Me meces despacio en silencio
Silencio que no es tal sino es un grito
De tristeza total, de vacío intenso
Amanece, pero no para mí.