El lugar del hecho
By Pseudomona
Avanzábamos
decididamente por el estrecho pasillo, con mi mano derecha me acomodaba el
barbijo mientras que con la izquierda sostenía mi maletín con las cosas
indispensables para hacer el reconocimiento minucioso, como suelo hacerlo cada
vez que desempeño mi trabajo.
Yo, el más
nuevo de los forenses del equipo me había formado en el Instituto Médico
Legista de la Policía Federal Argentina y gracias a mi mentor el querido
gallego Dr. Héctor Vásquez Fanego había conseguido éste puesto hace menos de un
año.
Nos
llamaron cerca de las tres de la madrugada, justo cuando estaba profundamente
dormido como sólo consigo hacerlo aquí durante mis guardias porque cuando
estoy en casa entre mi mujer y mis dos gemelos casi siempre paso las noches en
vela.
Como es
costumbre salimos rápidamente, es nuestro deber acompañar al móvil de refuerzo que
es enviado luego de un llamado policial de auxilio o caso contrario de una
ambulancia de emergencias que requiere nuestro concurso porque ha constatado
algún óbito cuyas circunstancias no encuadran en uno de causa natural, a veces
es tan obvio, otras no lo es tanto, que recién hasta mucho después de la
autopsia uno recién puede saber que fue lo que realmente pasó.
Allí nos
encontramos con los dos policías que acudieron al primer llamado, están de pie
al lado de una mujer rubia de unos 40 años, que viste sólo un indiscreto camisón
de dormir, habla constantemente mientras sostiene en sus manos a un gato de
ojos sagaces. Se trata de la vecina del 4to B que está diciendo cuánto se había
alarmado cuando sacó el gato al balcón y vio que un oscuro líquido rojo caía
del piso superior sobre sus geranios.
Ellos ya
habían acordonado prolijamente el piso de departamentos para evitar que los demás
vecinos curiosos se entrometieran. Este simple gesto facilita enormemente mi
trabajo y es la primera cosa más importante que uno aprende durante la carrera:
cuidar la escena del crimen. Ya lo decía el gallego, por cada persona que se
acerca hay que multiplicar las posibilidades de contaminación por 2 zapatos y
luego hacer una resta, el resultado serán las veces que disminuirán las
posibilidades de encontrar algo.
Se trataba
de un apartamento de dos piezas, en el primer cuarto instalado un escueto bar
junto un viejo sillón y una mesa de madera, acto seguido una asimétrica habitación
oficiaba de dormitorio con una espaciosa cama y de ahí a un pequeño balcón de cerámicas
sepia que miraba hacia un patio interno. Nuestra enemiga la oscuridad normalmente
nos hace dificultoso el trabajo a ésas horas, a pesar de ello se podía observar
el cuerpo globuloso de un masculino de mediana edad que se hallaba en decúbito
ventral en medio de un coagulado magma sanguíneo, una formidable tijera de ésas
que me imagino se utilizan muy raras veces había atravesado la región temporal
derecha del occiso destrozándole todo
el cráneo y triunfante aún se hallaba incrustada dejando que la masa encefálica
se confundiera con el gris del piso.
Estaba
completamente vestido, ni siquiera los zapatos se había quitado, mientras mis
compañeros tomaban las fotos de rutina y hacían la grabación correspondiente, me
puse a inspeccionar detenidamente la existencia de las indispensables huellas
dactilares, pisadas, pelos u objetos personales que pudieran existir
cerca del cadáver. Trabajamos exhaustivamente, hasta el sol nos encontró investigando
aquel balcón y aún así curiosamente no había quedado nada, parecía que habían
limpiado en forma cuidadosa toda la escena desde las habitaciones hasta el muerto,
cuya ropa estaba completamente limpia, podía ser inclusive que el homicida hubiera
pasado un quitamotas por toda la superficie de aquel hombre, porque
inversamente a mis reiterados intentos no pude rescatar una sola huella
dactilar, ni siquiera incompleta. La violencia infringida durante el acto que
le produjo la muerte no parecía ser un acto premeditado y luego que el cadáver
aparezca libre de rastros sin duda me dejó extrañado.
La autopsia
de rigor se llevó a cabo en la Morgue Judicial, el espectrómetro de masas reveló
grandes cantidades de benzodiazepinas y alcohol en sangre. Deduje las suficientes
como para producir un sueño muy profundo y permitir después cargar al individuo
hacia al balcón para luego precipitarlo al vacío, que garantizaría una muerte
segura desde aquel 5to piso, pero como éste era tan obeso o quizás el asesino
carecía de fuerzas suficientes se optó entonces por aquel desenlace macabro.
Durante el
juicio la vecina rubia del 4to piso quiso alegar emoción violenta, dijo haberse
ofuscado terriblemente porque habían estado saliendo en secreto durante 2 años e
imagínese señor juez el me estaba engañando con otra mujer, mientras yo le
preparaba el almuerzo, la cena y hasta le lavaba la ropa, el salía con una chica más
joven que yo, una amiga los vio muy juntitos en un bar de Las Cañitas, yo lo
amaba tanto que no podía soportar que fuera de otra, ay señor juez…
Um, mejor yo trato bien a mi mujer, me levanto sin chistar para prepararles la mamadera a los chicos, porque si las mujeres aman demasiado hay que cuidarse. ¿No?