Divagaciones
By Pseudomona
Me gusta
caminar largamente sin rumbo y nada de apuro, acostumbro salir de casa cerca de
las 8 cuando la ciudad ya está en pleno movimiento, mientras permanezco unos
minutos en la puerta observo a los peatones que marchan presurosos sobre la
vereda. La verdad es que no ha llegado todavía abril, pero cómo se siente que estamos
cada día más lejos del verano, yo por suerte traigo mi saquito gris, y mientras
me envuelvo en mi bufanda favorita, aquella que yo misma tejí, también me pongo
los auriculares, ¿un poco de música? Si, la que más me gusta es la de radio.
Buen día a todos y parto.
Comienzo
primero en línea recta, prefiero las calles que tienen muchos árboles y casas
más bien pequeñas, le escapo de alguna manera a los edificios de bloques o con mucho
cemento, después de un largo rato tomo las calles perpendiculares y luego en
diagonal, hasta que entre una y otra me desoriento a propósito, me agrada la
sensación de estar medio perdida, de creer que de pronto estoy en otra ciudad,
alguna que quizás no conozca jamás y ése es justo el momento para encontrar
algún barcito en el barrio, sentarme y ordenar un cortado.
Entre un
paso y otro yo voy maquinando distintas cosas, algunas razonables y otras no
tanto, he descubierto que de alguna manera todos disfrutamos de nuestros pensamientos, bueno los míos deben acompañarse casi siempre de un lindo paseo.
Por ejemplo,
lo que me tenía abstraída ésta mañana era tratar de encontrar la respuesta a ¿cómo
se puede llamar una palabra que no existe?