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miércoles, 28 de marzo de 2012


Divagaciones

By Pseudomona

Me gusta caminar largamente sin rumbo y nada de apuro, acostumbro salir de casa cerca de las 8 cuando la ciudad ya está en pleno movimiento, mientras permanezco unos minutos en la puerta observo a los peatones que marchan presurosos sobre la vereda. La verdad es que no ha llegado todavía abril, pero cómo se siente que estamos cada día más lejos del verano, yo por suerte traigo mi saquito gris, y mientras me envuelvo en mi bufanda favorita, aquella que yo misma tejí, también me pongo los auriculares, ¿un poco de música? Si, la que más me gusta es la de radio. Buen día a todos y parto.

Comienzo primero en línea recta, prefiero las calles que tienen muchos árboles y casas más bien pequeñas, le escapo de alguna manera a los edificios de bloques o con mucho cemento, después de un largo rato tomo las calles perpendiculares y luego en diagonal, hasta que entre una y otra me desoriento a propósito, me agrada la sensación de estar medio perdida, de creer que de pronto estoy en otra ciudad, alguna que quizás no conozca jamás y ése es justo el momento para encontrar algún barcito en el barrio, sentarme y ordenar un cortado.
Entre un paso y otro yo voy maquinando distintas cosas, algunas razonables y otras no tanto, he descubierto que de alguna manera todos disfrutamos de  nuestros pensamientos, bueno los míos deben acompañarse casi siempre de un lindo paseo.

Por ejemplo, lo que me tenía abstraída ésta mañana era tratar de encontrar la respuesta a ¿cómo se puede llamar una palabra que no existe?