Lo demás es puro
cuento
By Pseudomona
La puerta
enorme luce majestuosa y se abre suavemente mostrándome un camino alfombrado de
color púrpura, cuando estoy ingresando puedo reconocer It Had To Be You en la
voz de Billie Holiday que tiñe de un tono más novelesco aún mi llegada.
Un
pensamiento de no saber si estoy bien vestida me hace temblar un poco las
piernas, sostengo muy fuerte mi cartera pequeña y como siempre que me pongo
nerviosa levanto bien alto la cabeza.
-
Madame,
la estábamos esperando. Por acá por favor. Me saluda el maître indicando
sutilmente con su mano una senda invisible hacia la derecha.
-
Buenas
noches, sonrío. Gracias.
Mientras
vamos caminando observo que las mesas están ubicadas lejos unas de otras y
aunque tienen un porte moderno se les nota un dejo romántico, los
manteles son tan largos que besan un poco el suelo, las copas exquisitas. Casi
no hay luces, sólo minúsculas velas por doquier que emanan un aroma a algo así
como manzana y canela o quizás también vainilla, al fondo se observa una
chimenea que arde encendida detrás de un gran escaparate de vidrio y de tanto
en tanto las llamas se asoman fogosas.
Pero sin
duda quien debió escaparse de una película en blanco y negro es aquel que está impaciente en la
última mesa, que al verme se pone de pie y acomoda rápidamente su corbata
mientras me extiende los brazos y me mira extasiado sin poder pronunciar ni una
palabra, aunque yo esta noche ni siquiera lleve un vestido ajustado.