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jueves, 14 de junio de 2012


La cita
(Segunda Parte)

By Pseudomona

Ese día decidió esperar, no precipitarse en ir a buscarla. Buscó un alojamiento en la posada del pueblo para reposar del largo viaje, pero no pudo conseguir pegar un solo ojo. La noche lo encontró en vigilia y miles de memorias lo atropellaron. Las ilusiones también se rieron de él mientras se hacía de madrugada y ya se podía escuchar el cantar de los gallos en todas las casas.

Lo que recordaba de aquella gran casona era que siempre había sido bulliciosa, un constante ir y venir de personas que colaboraban con los quehaceres de la estancia. Por eso le pareció muy raro que conforme iba bordeando la gran tapia de piedra no pudo escuchar ningún ruido, nada. Sólo un enorme silencio hasta llegar a las viejas rejas que oficiaban de puertas y le pareció que hace mucho tiempo ni siquiera habían sido abiertas. Un gran candado oxidado sellaba aquella entrada. Tuvo que bordear la gran manzana hasta encontrar un pequeño portón que conectaba directamente con un escueto patio interior y en medio del mismo observó que un gato muy flaco le maullaba débilmente a su suerte. En eso se asoma una blanquecina cabeza malhumorada.

-          ¡Quién es! ¡A quien busca!
-          Señora Ofelia… ¿Es usted? Soy Jorge… ¿Me recuerda?

¡Y cómo había de olvidarlo! Lo invitó a pasar y sentarse en la cocina, puso al fogón un poco de leche que después se lo ofreció caliente.

Nada de lo que creía encontrar podía hallarse. El tiempo pasa irremediable y las circunstancias duelen no importa si son meses o años los que pasen por adelante. Ella no estaba, no estuvo hace tiempo.
Ésa noche contó Ofelia que había llovido demasiado también en los ojos cafés de la muchacha que decidió marcharse tras él. Muy entrada la noche tomó su chal y se puso a caminar río arriba esperando que algún camión pudiera llevarla. No había avanzado mucho cuando el sonido arrollador del río caudaloso que llega una vez al año con el comienzo de la primavera también arrasó con ella.

Sólo después de días de buscarla encontraron su cuerpo río abajo, sin más cosas encima que un pequeño relicario que él le había regalado.