Cuando los sueños
llenan los bolsillos
By Pseudomona
El taxi que
me lleva a ésa hora de la mañana transita solitario por la calle Rodríguez Peña rumbo a
Balvanera, casi no se ve a nadie caminar por la vereda. Voy distraída mirando
por la ventanilla e inevitablemente observo una larga fila que espera ordenada
a que seguramente se abra alguna oficina. Es tan extensa aquella hilera humana que
yo rompiendo el silencio le pregunto al taxista si sabe qué hace ésa gente
parada allá afuera.
Debí
imaginarme su respuesta: hombres y mujeres, todos jóvenes algunos diría hasta
adolescentes que pueden esperar de pie horas y horas porque ya han caminado
tanto que no les hace daño aguantar un poco más con tal de conseguir un visado.
De repente me
hacen acordarme de mí misma cuando hace algunos años atravesé la frontera
dejando atrás a mi patria querida, cómo olvidar que me quedé abrazada del
último poste que me unía a mi tierra, aquella que es tan mía, como mi piel es indígena y mi sangre es quechua.
En una sola
maleta metí los bártulos que habían de acompañarme en mi travesía, doscientos
pesos en un bolsillo, pero en el otro miles de sueños que hasta ahora me
mantienen viva.