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lunes, 25 de junio de 2012


Cuando los sueños llenan los bolsillos

By Pseudomona

El taxi que me lleva a ésa hora de la mañana transita solitario por la calle Rodríguez Peña rumbo a Balvanera, casi no se ve a nadie caminar por la vereda. Voy distraída mirando por la ventanilla e inevitablemente observo una larga fila que espera ordenada a que seguramente se abra alguna oficina. Es tan extensa aquella hilera humana que yo rompiendo el silencio le pregunto al taxista si sabe qué hace ésa gente parada allá afuera.
Debí imaginarme su respuesta: hombres y mujeres, todos jóvenes algunos diría hasta adolescentes que pueden esperar de pie horas y horas porque ya han caminado tanto que no les hace daño aguantar un poco más con tal de conseguir un visado.
De repente me hacen acordarme de mí misma cuando hace algunos años atravesé la frontera dejando atrás a mi patria querida, cómo olvidar que me quedé abrazada del último poste que me unía a mi tierra, aquella que es tan mía, como mi piel es indígena y mi sangre es quechua.

En una sola maleta metí los bártulos que habían de acompañarme en mi travesía, doscientos pesos en un bolsillo, pero en el otro miles de sueños que hasta ahora me mantienen viva.