Femenina
By Pseudomona
Las torres
se alzan cuan altas y soberbias son, sobre la calle De María. El conserje del
edificio envuelto en un uniforme oscuro me acompaña a través de un amplio corredor
que huele a vainilla.
Las puertas
me esperan abiertas, las alcanzo a pasitos cortos casi corriendo y me toma un
segundo subir deprisa y marcar el piso 34. Un instante más y el ascensor se
eleva despacio, de inmediato siento que hay alguien más conmigo, me doy la
vuelta despacio y pronto estoy cara a cara con una mujer que tiene el pelo castaño
casi negro y muy largo, un flequillo desparejo le cae en medio de la frente en
la que también comienzan a dibujarse una par de arrugas, ella me parece
familiar, pero ¿Quién es? Sus ojos no pueden mentirme, son como dos granos de
café que se destilan lentamente. A pesar de que lleva un abrigo largo, es más
bien bajita aunque levante bien la cabeza.
Es simplemente hermoso. Me doy cuenta y sonrío. Sólo es mi reflejo, soy toda una mujer y acabo de darme cuenta.
Es simplemente hermoso. Me doy cuenta y sonrío. Sólo es mi reflejo, soy toda una mujer y acabo de darme cuenta.
Se termina
mi viaje, un timbre de bienvenida resuena suavemente, he llegado a mi destino y
sólo yo puedo saber lo que me he enterado. Una anciana cara amigable me recibe
del otro lado extendiendo sus manos cariñosamente hacia mí:
- Dra. ¡La estábamos esperando!