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martes, 15 de octubre de 2019


Los danzarines
Primera clase.
¿Desde cero? Pregunta Luciana, la instructora de tango para principiantes Método Queer., responde ella. Bueno, yo me voy a parar aquí adelante y te voy a mostrar cómo es el paso básico, ¿te parece?
De las cuatro paredes del aula, la de adelante es un espejo en su totalidad. A la izquierda ya se han formado parejas, definitivamente hay muchas más mujeres que hombres, todos ellos ya han comenzado los cursos un par de semanas atrás y van practicando los pasos por números, guiados por José, el otro instructor.
En el Tango, el peso del cuerpo se debe dejar en un sólo pie, dice Luciana, mientras desliza el pie derecho paralelo a su cuerpo, sólo hasta ser encontrado graciosamente por el izquierdo. No hay que levantar el pie, sino más bien rozar el suelo suavemente con el zapato, incluso, es mejor si el piso hace un pequeño chirrido, como éste, ¿ves? Ahora te toca a vos, dice sonriente dándose la vuelta. Mira con tolerancia el paso torpe de la chica. Los pasos deben ser en lo posible del mismo tamaño, no se vale uno largo y el otro cortito, corrige. Vuelve a mostrarle cómo hacer el paso básico, desde el uno hasta el ocho y después le dice: te voy a dejar sola un rato, para que lo vayas practicando y se aleja rápido uniéndose a José que en ése momento la va llamando para mostrar una figura en pareja.
Han pasado unos minutos cuando es José quien se acerca, no viene sólo sino acompañado por un joven, quien viste un elegante traje oscuro con todo y corbata de un color verde claro, casi fluorescente, medias blancas, blanquísimas (como las de Michael Jackson), sombrero de pana y zapatos tangueros blancos con puntas negras. Al verlo ella se asusta un poco y se pregunta: ¿es que van a ponerla a bailar ya en la primera clase? José ni siquiera los introduce, se para delante del muchacho: Los dejo a los dos, vos la llevas, le dice a él sonriente, y dirigiéndose a ella, vos dejate llevar ¿Estamos? Y se aleja acercándose de nuevo a los bailarines avanzados.
Hola, saluda el muchacho. Agustín, mucho gusto. La mano de él está húmeda, seguramente él lo sabe y añade: No sé qué es lo que anduve tocando que me quedó la mano un poco pegajosa...
Se los vé a ambos durante algunos minutos en movimiento, repiten torpemente una y otra vez el paso básico. Ella lo saca al toque y al término de algunos minutos se aburre un poco y propone: ¿te parece si me enseñas el paso siguiente? El muchacho, gira nervioso en dirección a José, que no mira para éste lado, está al otro extremo de la sala ocupado en organizar a las parejas que ya van formando la Milonga. Te debe parecer que sé mucho de tango, dice el mirando para el suelo, haciendo un círculo con el zapato, pero la verdad,es que a pesar de estar aquí ya un largo rato..., sólo he logrado dominar éste único paso...