Ahí
afuera
Supe que estaban más cerca que
nunca, en el momento que ví asomarse por el inodoro, la enorme cabeza de una
rata negra. Ésta, tal como se dejó ver, dió la vuelta y su larga y puntiaguda
cola desapareció rápidamente por donde había venido. No me quedó más remedio
que clausurar también el baño. El departamento poco a poco se iba haciendo cada
vez más pequeño. De alguna manera percibía que ellos me venían cercando, que no
importaba demasiado todos los recaudos que había tomado. Lo habían dicho por la
radio: hordas de ratas negras los anteceden... Pero la radio también se había
quedado muda.