La importancia de las palomitas de maíz
Había mucha gente, día jueves. Por la antesala repleta
llegó hasta el Bar, que también estaba concurrido pero aún con un par de
sillones vacíos. Eligió uno, justo en la esquina, que miraba hacia la entrada;
no quería perderse el verlo llegar. Se sacó la boina y el abrigo, dejándolos en
el respaldar del sillón. Después se dirigió a la barra y ordenó un Latte
Machiatto. “... el cine tiene que ser la experiencia” decía el hombre, que
dándole la espalda conversaba con otros dos. “Completamente de acuerdo”, el que
estaba frente a él, “es para meterse de lleno en la pantalla, sin que haya
ninguna otra cosa que te distraiga, excepto la cita...” añadió, y el tercero,
“no es sólo el ruido que producen, es además el olor de las palomitas...”. El
mozo le entregó un vaso demasiado largo colmado de espuma junto con dos
sobrecitos de azúcar, y ella fué a sentarse, depositando el vaso sobre la
mesita. Tomó una revista, de ésas que suelen publicar los cines, con los
próximos adelantos, entrevistas a directores y actores, la hojeó y se detuvo en
la contratapa, un comercial invitaba a pasar por el Candy Bar, la foto de una
pareja que lucía feliz, sosteniendo entre los dos una bolsa maxi de palomitas
de maíz y una botella de gaseosa. Le dió un par de tragos a su vaso, sin dejar
de mirar la imagen y deseó no estar tan nerviosa. Las ocho menos
cuarto. ¿Se veía bien?, alisó un poco su falda. Quizás hubiera sido mejor
elegir otro lugar, antes que el cine..., ¿por qué llegó tan temprano?
De pronto vió avanzar un muchacho entre el público, mirando
para todos lados, al verla se detuvo y saludó con la mano. “¡Hey, que tal!”
dijo, viniendo a su encuentro.
Pocas cosas proporcionan tanta alegría y demasiado estrés
como la primera cita. Ella, que no se preocupe, llegó sólo hace unos minutos,
mientras hacían fila en la boletería. Él, las críticas sólo decían cosas buenas
sobre la película. Conversaron de aquello que se suele hablar, sin decir
realmente nada. Después, entradas en mano, que él por favor aguarde un momento,
que a ella le gustaría ir antes al sanitario.
Él, la veía ir allá adelante, sobre sus tacones altos,
cuando de golpe se detuvo, volvió hacia él y le dijo, “me olvidaba..., lo de
las palomitas..., tendrás que solucionarlo tú sólo”, después se alejó y subió
casi corriendo las escaleras en dirección del baño.