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domingo, 4 de diciembre de 2016


La importancia de las palomitas de maíz

Apenas vió las luces que señalaban la entrada del cine, consultó su reloj, las siete y media. Nada mal, pensó, mejor llegar temprano. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo y disminuyó el paso. En unos instantes alcanzó a llegar a la puerta, donde un póster anunciaba: Avant Premiere hoy a las veinte horas y el título de una película, que ella misma había sugerido, pero viendo las imágenes del cartel, ahora no estaba tan convencida. Decidió que lo mejor sería esperar adentro, por un momento se le había ocurrido darle una vuelta a la manzana..., las siete y treinta y cinco, mejor entrar. 


Había mucha gente, día jueves. Por la antesala repleta llegó hasta el Bar, que también estaba concurrido pero aún con un par de sillones vacíos. Eligió uno, justo en la esquina, que miraba hacia la entrada; no quería perderse el verlo llegar. Se sacó la boina y el abrigo, dejándolos en el respaldar del sillón. Después se dirigió a la barra y ordenó un Latte Machiatto. “... el cine tiene que ser la experiencia” decía el hombre, que dándole la espalda conversaba con otros dos. “Completamente de acuerdo”, el que estaba frente a él, “es para meterse de lleno en la pantalla, sin que haya ninguna otra cosa que te distraiga, excepto la cita...” añadió, y el tercero, “no es sólo el ruido que producen, es además el olor de las palomitas...”. El mozo le entregó un vaso demasiado largo colmado de espuma junto con dos sobrecitos de azúcar, y ella fué a sentarse, depositando el vaso sobre la mesita. Tomó una revista, de ésas que suelen publicar los cines, con los próximos adelantos, entrevistas a directores y actores, la hojeó y se detuvo en la contratapa, un comercial invitaba a pasar por el Candy Bar, la foto de una pareja que lucía feliz, sosteniendo entre los dos una bolsa maxi de palomitas de maíz y una botella de gaseosa. Le dió un par de tragos a su vaso, sin dejar de mirar la imagen y deseó no estar tan nerviosa. Las ocho menos cuarto. ¿Se veía bien?, alisó un poco su falda. Quizás hubiera sido mejor elegir otro lugar, antes que el cine..., ¿por qué llegó tan temprano?  

De pronto vió avanzar un muchacho entre el público, mirando para todos lados, al verla se detuvo y saludó con la mano. “¡Hey, que tal!” dijo, viniendo a su encuentro.  

Pocas cosas proporcionan tanta alegría y demasiado estrés como la primera cita. Ella, que no se preocupe, llegó sólo hace unos minutos, mientras hacían fila en la boletería. Él, las críticas sólo decían cosas buenas sobre la película. Conversaron de aquello que se suele hablar, sin decir realmente nada. Después, entradas en mano, que él por favor aguarde un momento, que a ella le gustaría ir antes al sanitario.  

Él, la veía ir allá adelante, sobre sus tacones altos, cuando de golpe se detuvo, volvió hacia él y le dijo, “me olvidaba..., lo de las palomitas..., tendrás que solucionarlo tú sólo”, después se alejó y subió casi corriendo las escaleras en dirección del baño.