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jueves, 11 de febrero de 2021

Comanchero

El camión iba cargado del todo, repleto de caña de azúcar; avanzaba lentamente por el camino de tierra,dando barquinazos de rato en rato que lo obligaban a uno a ladearse a la izquierda o derecha, o lo hacían golpearse repentinamente sobre sus nalgas. Al principio me pareció divertido, pero después con su monótona repetición, dejó de serlo. Al salir de Tupiza primero avanzó por un camino improvisado ganado al río y luego poco a poco fue subiendo a la montaña, saltando de rato en rato como una cabrita cuesta arriba.

Yo lo venía observando a él desde que partimos. Me llamaba mucho la atención su chaqueta negra de cuero y su gorra de los Chicago Bulls. Viajaba sentado sobre su mochila, con las piernas extendidas, bien adelante de todos, cerca de la ventanilla que comunica con el chófer. Iba ajeno a los otros pasajeros, parecía estar concentrado sólo en su acullico. Hoja por hoja iba metiendo en su boca y al cabo de un largo rato, su mejilla izquierda lucía redonda, deforme y brillante. Entonces encendió la radio-casetera que llevaba consigo y se puso a escuchar una y otra vez una canción que yo no había escuchado nunca.

Dos cholas tampoco apartaban un ojo de aquel joven, cuchicheaban algo entre ellas y de tanto en tanto soltaban una risita, tapándose la boca con las manos. Al poco tiempo comenzó a llover, lo hizo primero despacio, con unas gotas inócuas. El camión detuvo su marcha en plena cuesta y entre el llanto de un bebé, a quien la lluvia pareció haber despertado; el chófer, ayudado por otros pasajeros, entre ellos mi padre, instalaron una lona para protegernos. La lluvia se convirtió de un rato al otro en aguacero. Si bien por debajo de la lona no caían gotas, el ruido estruendoso del contacto con el agua, hizo que me dieran ganas de llorar a mi también, pero al escuchar aquella canción que repetía: comanchero, comanchero... terminé por consolarme.

No me acuerdo bien si fueron minutos u horas, pero al cabo de un tiempo la lluvia cesó repentinamente, se instaló el alivio entre los adultos, aquel bebé pareció quedarse de nuevo dormido y el camión retomó su marcha. Las cholas, ésta vez guardaron silencio. El joven también parecía estar descansando, había apagado la casetera, cubierto su cara con la visera, recostándose en la carrocería.   

El camión continuó reptando sin pausa. De pronto se sintió como un barquinazo más, sólo que más largo, donde no se llegaba al suelo de inmediato, sino que daba la impresión de estar colgando, como cuando uno se balancea bien alto en el columpio. Después se sintió dolor, un dolor extremo que explotaba en la cabeza. Se escucharon gritos mezclados con sonidos extraños. Mi padre repetía mi nombre una y otra vez con desesperación y yo era incapaz de contestar. Luego todo se hizo oscuro y tibio, ligero como un adormecimiento. Cuando me desperté, estaba completamente mojado, embarrado en lodo. Mi padre me sostenía en sus brazos y me decía que me quedara tranquilo, que todo estaba bien. Miré a mi alrededor, había caña de azúcar esparcida por todos lados en medio de rocas de todo tamaño, arbustos y barro. Una de las cholas lloraba a gritos jalándose de sus trenzas y decía “ay tatito, ¿por qué papituy?, ay tatito...”

Los pasajeros poco a poco se reagruparon, ayudándose unos a otros. El chofer iba de un lado a otro y repetía: “¡Yo no tuve la culpa!..., el camino simplemente se partió..., ¡yo no tuve la culpa!” La otra chola, repartió mentisan, con lo cual se frotaron las contusiones. Se intentaron vendar las heridas, se entablillaron fracturas. Hubo persignaciones aquí y allá y aunque hablaban bajito, pude escuchar: barretero..., encontró el filón en la mina..., el metal se le ofrecía allá adonde iba..., forrado de dinero..., sin familia..., alma..., tío de la mina...

Yo busqué al joven sin poder encontrarlo. A un costado, un poco alejado del resto, pude descubrir un bulto largo e inmóvil envuelto en una lona, de la cual sólo sobresalía la visera roja de los Chicago Bulls.

Vocabulario:

Acullico: Mascar la hoja de coca.

Barretero: Minero que trabaja con barreta o pico.

Chola: Mujer indígena que porta polleras amplias.

Mentisan: Unguento mentolado.

Tío de la mina: Personaje mítico que se dice habita la mina.