Translate

jueves, 3 de junio de 2021

 

Nada que decir

Nunca llegamos a decir realmente, cómo nos habíamos conocido. A los amigos más cercanos, que eran pocos, les hicimos creer que fue amor a primera vista, en una panadería. Lo sé, si la historia era de por sí inventada, deberíamos haber puesto más empeño, pero como fue idea de Nick, yo se la respeté. Lo cierto es que lo nuestro había hecho clic, en una conocida página de citas de internet, ésa del slogan: el que no busca, no encuentra; cuyo anuncio se puede ver, en casi todas las paradas de tranvía. Su perfil me había parecido interesante: soltero, IT senior expert, gusta de viajar, no fuma y especialmente, no tiene hijos. Y era uno de los pocos que también había marcado ésa casilla, como yo, ubicada un poco más abajo: no tiene hijos y no quiere tenerlos.

Tuvimos un lindo noviazgo, muy tranquilo. Nick, no era de hablar mucho, según él, para evitar el riesgo de repetirse. Y no había mentido en su perfil. Gustábamos de viajar, aunque fuera por trayectos cortos. Solíamos detener el auto en el camino, al pie de cualquier cerro, que nos pareciera lindo y marchábamos en silencio por el bosque, tomados del brazo como dos viejitos. Nick era un excelente nadador, pero respetaba mi miedo al agua. Aún así íbamos a menudo a la piscina, él se metía. Yo me acomodaba en un sillón con mi libro y ambos éramos felices. Le encantaba cocinar y cuando lo hacía, utilizaba su alter ego, a quien terminó llamando Luigi (un chef italiano de renombre mundial, también inventado por él). Bastaba el hecho de ponerse el delantal y había que llamarlo Luigi. Y él hacía honor a su fama. Fue la época en la que comí mejor que nunca, sin tener que ir a un restaurante. De hecho los visitábamos raramente, para ahorrarnos el desencanto, pues sabíamos de antemano que lo que terminarían sirviendo allí, no podía competir con lo que Luigi pudiera prepararnos. Éso sí, éramos de ir mucho a bares, de preferencia a aquellos que se especializaban en cocteles. Entonces yo, para hacerle la competencia a Luigi, me compré varios libros de coctelería, e inclusive tomé un curso y con el tiempo no estuvo nada mal, lo mío.

Al comenzar el segundo año, Nick acostumbraba quedarse en mi casa durante los fines de semana. Solía venir los viernes al salir del trabajo, ya con una pequeña maleta. Sábado y domingo pasaban volando. Los lunes por la mañana nos subíamos a su auto, me dejaba en mi trabajo y luego se iba al suyo. Lo nuestro marchaba aceitado, sin contratiempos. En uno de ésos lunes por la tarde, cuando lo normal era que no se presentara, Nick lo hizo. Ambos comprendimos que era mejor mudarnos juntos. Y lo hicimos. Decidimos quedarnos en mi casa, que era más grande en comparación al departamento de él. No podría decir que la convivencia nos hubiera cambiado, no, éramos los mismos. Comenzamos a tener pequeñas rutinas, como por ejemplo pasar por la biblioteca los sábados por la mañana. Él solía ir a la sección de audiovisuales y elegía para nosotros las películas que en su opinión, era imprescindible ver. Yo por mi parte me hacía de libros de cuentos y ambos salíamos ganando. En una de ésas idas, trajimos a casa la cinta Moon con Sam Rockwell. Aquella película terminaría convirtiéndose en mi favorita de todos los tiempos, tanto que la compré y pude verla, a mi antojo, docenas de veces. El protagonista también se llama Sam y está solo en la luna. Bueno, no está completamente sólo, lo asiste y acompaña un robot llamado GERTY (que vendría a ser, en mi opinión una versión mejorada de HAL 9000 de Odisea en el Espacio). Entonces cuando Nick se retraía tanto que terminaba ignorándome o se encerraba a trabajar en el estudio, yo me convertía en Sam y pretendía que GERTY estaba a mi lado y me daba charla.

Al comenzar el tercer año, continuábamos yendo regularmente a la piscina, él a nadar, yo a leer. En una de aquellas tardes, cuando Nick se hallaba descansado de su rutina, en el sillón de al lado, pude advertir que se quedó mirando detenidamente a una pareja que ocupaba las reposeras, metros más allá. Una pareja más joven que nosotros, el padre acomodaba en ése momento, unos inflables al rededor de los bracitos de un niño pequeño. Yo, que creía conocer a Nick, aún no había visto ésa mirada infinitamente melancólica en su cara. De igual manera comenzó a cambiar el tono y tema de la películas que él solía elegir. Pasaron a gustarle de pronto los documentales y los dramas familiares. En uno de ésos fines de semana, cuando los dos estábamos recostados en el sillón, comenzó la película que él había colocado en el reproductor. Era un documental desgarrador sobre probabilidad de malformaciones congénitas, atribuídas en gran medida a la avazanda edad de la madre. Cuando terminamos de verla, Nick preguntó qué me había parecido, (lo cual era extraño, como ya dije, él era de hablar lo extrictamente necesario) yo moví la cabeza pensativa y dije: triste. Acto seguido dije que tenía hambre y le pedí a Luigi que me ayudara a preparar la cena. Ése día, por primera vez, tuve que cocinar sola, Luigi se negó a salir.

Al día siguiente, que por cierto también era lunes, al volver del trabajo, encontré sobre la mesa una nota de Nick que decía: “Lo siento, pero debemos separarnos. Mandaré a mi hermano por mis cosas. Por favor, te ruego, no intentes contactarme, mi decisión no habrá de cambiar”. No niego que aquello me tomó completamente desprevenida. Aún incrédula, decidí prepararme un coctel y me lo tomé de un sorbo, luego otro, no dejé de admirarme de lo bien que me salían ahora. Cuando ya me había tomado tantos que dejé de hacer la cuenta, me tiré en el sillón y me puse en la piel de Sam y le pregunté a GERTY. ¿Puedes creerlo? Le dije, se fue, me dejó... GERTY, respondió con su voz robotizada ¿Quieres que te prepare algo de comer? En ése momento, como por milagro, apareció el “otro Sam” (el último en ser clonado) que dijo: No es para tanto Sam, ¿qué tal si bailamos? Y puso el tema (como en la película) Walking on Sunshine de Katrina & the Waves. Y nos pusimos a bailar como locos, moviendo nuestros traseros exageradamente, cantando a viva voz: “I just want you back and I want you to stay...”