Translate

jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Cuánto tiempo te dura la risa?

No es que me haya hecho yo ésa pregunta, ni siquiera pudiera habérseme ocurrido. Lo que pasa es que lo dijo un payaso, de cara al público, en un monólogo. Y no sólo la pregunta se me quedó en la mente, rebotando, sino que, a pesar de mi olvidadiza memoria, hubieron otros momentos que me impactaron.

Les presento al Teatro Español dijo ésta mañana nuestro guía, plantándose en una sus puertas principales. Al levantar la vista, bien arriba, lejos de los mortales figuran Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca y muchos otros.
Enseguida lo marqué en el mapa y decidí volver, hoy por la noche, o tarde como dicen los madrileños, en la función: “El Minuto del Payaso”.

La Sala está que revienta, el payaso, encarnado por el actor Luis Bermejo, se para en medio del escenario, y confía, que es un payaso, que sabe que nos reímos de él, y no con él. Que a él no le importa, pues sabe que riendo puede olvidar, que en el fondo, él tiene miedo… Hace una pausa larga, mete una mano en los bolsillos anchos de su pantalón, saca un pañuelo y se suena fuerte las narices. Se queda allá, inmóvil, mirando un punto lejano en su horizonte de payaso.
Se apagan las carcajadas y reina el silencio. Lo miro y a mí me da mucha pena, que de pronto un payaso esté enfermo de miedo. Observo las arrugas profundas en su cara de artista viejo, el pecho se me oprime y los ojos inevitablemente se me humedecen, no soy la única, los hombres tosen, se aclaran la garganta, la señora de al lado, que se saca los anteojos y enjuga sus lágrimas en un pañuelo blanco.

Él, payaso, entonces nos mira picaresco y grita: ¡Pues es una mentira! Los payasos no conocemos el miedo y salta de un lado al otro, haciendo piruetas. Y el público llora aún más, riendo. Pasa del llanto a la risa, sin poder diferenciarlo. Y él continúa: (tomado del texto original del autor José Ramón Fernández)

“La gente entra (al circo, al teatro) con toda
Su mierda y con todo
Su mundo hijo de puta
Y en un minuto
Se lo arrancas y lo tiras lejos.
¡Fuera de Aquí!
Luego salen a la calle
Y se tropiezan con él y se lo
Vuelven a meter
En el bolsillo
Se meten en el bolsillo
Su mundo hijo de puta
Como si fueran
Las llaves de su casa
Pero se les ha quedado dentro
La lucecita de una sonrisa”

Y esto último, los españoles lo entienden bien, que ríen en todas partes a más no poder. ¡A quien le importa el paro! ¡Eh!

Después del teatro y para que no se me olviden las cosas que aprendí hoy, y no pare de crecer, aunque sea un milímetro imaginario, me meto en un local, cuando ya casi son las 12 de la medianoche. 
El dueño del lugar, se ve que observa, que intento escribir algo, que a pesar de que todo el Bar, se encuentra a media luz, romántico, a mí me deja encendidas las lámparas sobre mi cabeza y encima se acerca trayéndome una vela: Ud., tranquila, no se preocupe, siga trabajando, que hoy es jueves y Madrid recién se está despertando.