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lunes, 8 de enero de 2018


La antesala a las vacaciones en Baden-Airpark

Todo comenzará apenas usted llegue al aeropuerto; a pesar de haber hecho el Check-in en casa, se enterará que debería haber impreso su boleto con anticipación: sí impreso, no sirve presentarlo así no más en el teléfono, “digital”, sino que deberá estar en papel, lo que de alguna manera tiene sentido, pues deberá recibir un sello que certifique que usted es un ciudadano que tiene los papeles en regla. Si no lo ha podido imprimir o no lo sabía, le aviso de antemano que no encontrará un café Internet a la vista, aunque lo busque con una lupa de alta resolución. Pero si fue precavido y tiene el boleto en mano, pasaporte y permiso de residencia alemán, y además ya se encuentra en la ventanilla de quien le está haciendo el control, sepa que ésta persona está especialmente entrenada para tal efecto y se empeñará en hacerle saber que hay muchas probabilidades de que usted en realidad no sea usted, y que comience a tener dudas de su verdadera identidad, pues observará que efectivamente su cara actual de sueño (a las seis de la mañana), estrés, emoción, timidez, ansiedad, etc, no se parece mucho al de la foto, donde más bien se lo vé bien peinado, arreglado y hasta guapo. Durará sólo segundos, pero a usted le parecerá una eternidad. Después de haber concluído la fase “ocular” de la inspección comenzarán la ronda de las preguntas, por ejemplo, en mi caso algo más o menos así: nacida en Potosí, ¿no? Por favor no se le vaya a ocurrir querer explicar: No, Potosí es la capital, mi lugar de nacimiento más bien es Tupiza capital de la provincia Sud Chichas del departamento de Potosí, Bolivia. Pues éso aumentará la sospechas de que usted en realidad no sea realmente usted. Más bien permanezca tranquilo y aunque la persona lea: nacida en La Paz, que es en realidad la ciudad donde se emitió el documento, usted no diga ni sí ni no, solo sonría y mueva ligeramente la cabeza de arriba para abajo y viceversa, pero no mucho.
¿Usted ya aprobó ése paso? ¡Felicidades! Ahora ya se encuentra en la fila de control de equipajes, separó su bolsa transparente bien sellada con todos los líquidos permitidos, su computadora, el celular, se sacó el abrigo, el cinturón, los zapatos (viaje por ello siempre con medias limpias y sin agujeritos), y si es mujer habrá cuidado con anterioridad que su corpiño no tenga una barra de metal que pueda alarmar el sistema de renocimiento de metales, pero también acuérdese de sus aretes o piercings, puede que éstos le jueguen justo en éste momento una mala pasada. Ármese de valor y decídase a pasar a través de ésa puerta electrónica, el único obstáculo que lo separa de sus vacaciones. ¡Avance! Ya está, ¿vió que no era muy difícil?
¿Qué? ¿La alarma de la puerta comienza a sonar de todas maneras? Pues no le queda más remedio que aceptar resignado, que unas manos extrañas comiencen una inspección minuciosa de las partes más recónditas de su Anatomía. Entonces es probable que usted piense, igual que yo: ¡A cuánto estamos dispuestos, con tal de irnos de vacaciones!