La antesala a las
vacaciones en Baden-Airpark
Todo
comenzará apenas usted llegue al aeropuerto; a pesar de haber hecho el Check-in
en casa, se enterará que debería haber impreso su boleto con anticipación: sí impreso, no sirve
presentarlo así no más en el teléfono, “digital”, sino que deberá estar en
papel, lo que de alguna manera tiene sentido, pues deberá recibir un sello que
certifique que usted es un ciudadano que tiene los papeles en regla. Si no lo
ha podido imprimir o no lo sabía, le aviso de antemano que no encontrará un
café Internet a la vista, aunque lo busque con una lupa de alta resolución.
Pero si fue precavido y tiene el boleto en mano, pasaporte y permiso de
residencia alemán, y además ya se encuentra en la ventanilla de quien le está
haciendo el control, sepa que ésta persona está especialmente entrenada para
tal efecto y se empeñará en hacerle saber que hay muchas probabilidades de que
usted en realidad no sea usted, y que comience a tener dudas de su verdadera
identidad, pues observará que efectivamente su cara actual de sueño (a las seis
de la mañana), estrés, emoción, timidez, ansiedad, etc, no se parece mucho al
de la foto, donde más bien se lo vé bien peinado, arreglado y hasta guapo.
Durará sólo segundos, pero a usted le parecerá una eternidad. Después de haber
concluído la fase “ocular” de la inspección comenzarán la ronda de las
preguntas, por ejemplo, en mi caso algo más o menos así: nacida en Potosí, ¿no?
Por favor no se le vaya a ocurrir querer explicar: No, Potosí es la capital, mi
lugar de nacimiento más bien es Tupiza capital de la provincia Sud Chichas del
departamento de Potosí, Bolivia. Pues éso aumentará la sospechas de que usted
en realidad no sea realmente usted. Más bien permanezca tranquilo y aunque la
persona lea: nacida en La Paz, que es en realidad la ciudad donde se emitió el
documento, usted no diga ni sí ni no, solo sonría y mueva ligeramente la cabeza
de arriba para abajo y viceversa, pero no mucho.
¿Usted ya
aprobó ése paso? ¡Felicidades! Ahora ya se encuentra en la fila de control de
equipajes, separó su bolsa transparente bien sellada con todos los líquidos
permitidos, su computadora, el celular, se sacó el abrigo, el cinturón, los
zapatos (viaje por ello siempre con medias limpias y sin agujeritos), y si es
mujer habrá cuidado con anterioridad que su corpiño no tenga una barra de metal
que pueda alarmar el sistema de renocimiento de metales, pero también acuérdese
de sus aretes o piercings, puede que éstos le jueguen justo en éste momento una
mala pasada. Ármese de valor y decídase a pasar a través de ésa puerta
electrónica, el único obstáculo que lo separa de sus vacaciones. ¡Avance! Ya
está, ¿vió que no era muy difícil?
¿Qué? ¿La
alarma de la puerta comienza a sonar de todas maneras? Pues no le queda más
remedio que aceptar resignado, que unas manos extrañas comiencen una inspección
minuciosa de las partes más recónditas de su Anatomía. Entonces es probable que
usted piense, igual que yo: ¡A cuánto estamos dispuestos, con tal de irnos de
vacaciones!