Konjunktiv II
By Pseudomona
Hoy,
después del largo feriado, volvemos a las clases. Al final de las casi cuatro
horas, estamos cansados, agotados mentalmente y un poco angustiados. Debemos
aprender rápido éste idioma para darle continuidad a nuestros proyectos y empujar
siempre hacia adelante nuestras vidas. Así estamos, en mesa de cuatro: Marcelo, que pronto
desea hacer el viaje que lo lleve a establecerse en un pequeño pueblo cerca del
Schwarzwald del que quedó prendado, Federico que quisiera aplicar para aquella
beca y necesariamente debe presentar un certificado, Sasha de Europa del Este que
ha tenido que aprender español y ahora ha descubierto que en realidad no fue tan
buena idea haber migrado para acá y necesita rehacer las maletas y emprender el
viaje de regreso pero esta vez con otra dirección y estoy yo, que también tengo
un proyecto metido en mi cabeza o quizás ya la habré perdido…
Mi profesor,
un alemán, ha nacido en Kassel pero ha vivido más tiempo en Buenos Aires que en
su propio pueblo, que sólo él sabe porque lo ha dejado. Al vernos tan
cabizbajos procura encontrar una pausa en la clase y nos pregunta la edad y
ante cada respuesta se ríe a carcajadas y nos dice con un aire y acentos
propios del porteño más porteño: ¿Viste? ¡Yo llegué a Buenos Aires antes de que
nacieras! Y con todo el derecho, el es más de aquí de lo que podría ser alguno
de nosotros, aunque siempre lo traicionen sus ojos verdes cristalinos y su pelo
intensamente rubio, ahora casi blanquecino, aunque sí sabe conservar intacto el
idioma materno que procura enseñarnos cada tarde en el Instituto. Que él lo
intente con todas sus ganas no significa que nosotros podamos aprender más rápido,
dado que es un lenguaje endemoniado que difícil es, siquiera poder acercarse a
amansarlo.
Y hoy que
debe introducir un tema más bien irreal, se la ponemos re-complicada, porque
apenas damos tumbos y tumbos con el tiempo presente que él parece imaginarse
como será poder trabajar sobre el idioma del mundo irreal. Entonces comienza
con un cuento, porque el se sabe todos los cuentos del mundo y encima en
alemán: Estaba una hermosa reina bordando en la ventana de su palacio cuando de
repente se pinchó un dedo, al ver caer la gota de sangre sobre la nieve
blanquecina pidió un deseo…y comienza a explicarnos cómo se pueden construir
las oraciones de un mundo de fantasía. Yo pienso que es justo lo que
necesitamos para hilvanar nuestras ideas que después crecerán hasta ser sueños
y luego, seguramente verdades, o no. Por lo pronto yo escribo y luego lo
comparto en voz alta: Ich würde in Deutschland bleiben, y el me corrige. No, bleiben no, puede ser más bien leben,
si, mirá: Ich würde in Deutschland leben, ¿Ves? Queda mejor. Pero yo
también quiero bleiben, digo. ¿Puede ser eso? Mis compañeros se ríen de mí,
pero él seguramente entiende lo que yo le quiero decir, y me dice muy serio,
dándome ánimo: ¡Pero por supuesto que puede ser bleiben!