Ese señor, mi amigo
By Pseudomona
Llegué a la
Gare de l´Est exactamente a las 9:55 de la mañana, un hermoso día soleado me
recibió; a mí que tanto había imaginado éste encuentro. Tan pronto dejé el
hotel me sumergí viajando en el largo gusano subterráneo rumbo a Le Père-Lachaise,
mapa en mano, imposible perderme.
Nunca antes
el corazón había latido tan fuerte que por un momento pensé que de verdad me
iba a enfermar…
El lugar
era tan grande o mi sentido de orientación tan pobre que a pesar del mapa no
podía dar con él…mala decisión usar sandalias en un empedrado endemoniado
como éste.
Dí vueltas
y vueltas buscando el tan mentado número: 82 pero nada. Quizás se pueda pensar
que soy un poco supersticiosa o es que él realmente me estaba esperando que
comencé a escuchar el extraño cantar de un cuervo en pleno día de verano. Fuese
así o no, sólo lo tuve que seguir el sonido y…allá estaba, cubierto de besos
por todas partes; hasta habían puesto un pequeño cerco para que gente que lo
amara tanto como yo no pudiera desahogarse por un momento, abrazarlo y
regalarle su cariño en un beso…
Fue un
encuentro especial con mi viejo amigo el Sr. Oscar Wilde y no hizo falta que le
dijera lo mucho que había esperado éste momento, desde aquella vez que sus palabras
me tocaron, una vez y para siempre.