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miércoles, 24 de abril de 2013


Pseudomona

Una sombra raquítica cruza muy rápido la vereda, va ligera a pesar de estar cargando un gran bolso. El contraste que existe entre ambas figuras casi me hace reír, sino fuera que de pronto me doy cuenta que soy yo, que tengo las piernas hechas unos palitos de helado, he perdido la redondez de mis caderas y tan sólo el pelo me ha crecido en el ir y venir de estos días que, pensándolo bien, son semanas y hasta meses.

Cómo no voy a estar flaca, pienso, si hasta me cuesta hacer memoria y después aceptar que lo único que he comido ayer, si se puede llamar comida, fue el yogurt y el sanguchito que casi me obligaron mis Kollegen en el pequeño receso de nuestra clase y ahora que son casi son las 8 y 30, justo la hora que abre la embajada, siento el estómago lleno, pero lleno de qué, no sé. Está vacío pero a la vez lleno.

Y mientras voy subiendo la cuesta arriba de la calle Maure, que literalmente es una cuesta arriba en mi vida, siento que debo parar con todo esto. Debo volver a ser una persona normal, una chica normal, de aquellas que puedan comprarse un lindo vestido o una coqueta cartera, quizás hasta unos zapatos y sólo eso les baste para ser feliz. Olvidarse de que existen otras posibilidades de vivir, dejarse convencer por lo que dicen las estadísticas, de que todo en el país está bien y conformarse. Volver a ir al cine, a ver películas en inglés sin tener que sentirme culpable y después encima no volver a leer los diarios otra vez.

Por un rarísimo momento, que espero no volver a tener, quiero no tener estas ansias de de mudarme a otra parte, de seguir adelante, de descubrir otros lugares. Simplemente me conformo, me dejo estar. ¡Qué lindo se siente vivir en la ingenuidad y en el mero conformismo! Aunque sea por sólo unos segundos, pues ya abre la embajada y el guardia que siempre está encerrado en su escaparate de vidrio, no puede evitar sonreír al verme y que menear la cabeza de lado al otro. Ni siquiera me pregunta a dónde voy, simplemente me pide el celular al mismo tiempo que me entrega un número con el rótulo: Visas.